La deuda pública alcanzará el 100% del PIB -exactamente el 99,8%- a finales de 2014, dos años antes de lo previsto por el Gobierno. Debemos casi tanto como la riqueza que somos capaces de crear en un año. Una situación insostenible, de la que se venía alertando desde las páginas de elEconomista, que constata la profundidad de nuestros desequilibrios presupuestarios y la envergadura del principal obstáculo para la recuperación: el lastre del endeudamiento producido por un déficit muy elevado (5,8% del PIB en 2014) desde hace años. Embridar estos dos desequilibrios es el principal reto del Ejecutivo, que no cumple de momento.
No se puede hablar, como repitió insistentemente ayer Cristóbal Montoro, de presupuestos sociales ni de cuentas para la recuperación. Sobre todo porque después de anunciar que no se suben impuestos, se aumentan las cotizaciones sociales 5 puntos al tramo más alto de cotizantes. Se replica en Seguridad Social una táctica que ya se ha mostrado fallida para aumentar los ingresos en el ámbito tributario. La peor consecuencia de esta decisión de Fátima Báñez es el efecto que puede tener sobre la actividad de las empresas y el empleo de los trabajadores más cualificados, pues inevitablemente conllevará nuevos despidos por causas económicas.
Con esta decisión no se van a incrementar los ingresos de la Seguridad Social -las cotizaciones no cubren el importe de las pensiones- y se va a agravar aún más el déficit del sistema. Se equivoca Empleo si cree que así logrará el apoyo de los sindicatos a la reforma de pensiones. Esta subida de cotizaciones dinamita el esfuerzo de las empresas tras años de crisis y compromete la recuperación.