
Alexis Tsipras y el ministro de Finanzas griego, Euclides Tsakalotos, presentaron la semana pasada en el Parlamento heleno un plan de 106 páginas para la mejora de la productividad y la competitividad. Con la mirada en el Eurogrupo de junio, Tsipras apuesta por el futuro e introduce un plan con una serie de intervenciones que se completarán en los próximos años, y cuyo objetivo es restablecer el crecimiento de la productividad y la competitividad sobre la base de una estrategia de desarrollo holística para el país.
De acuerdo con este plan, el Gobierno griego plantea profundas intervenciones en el sector bancario y energético. Entre las prioridades, la reducción de los préstamos no rentables, la anulación definitiva de los controles sobre los capitales, acelerar la consolidación del sector bancario, y también formar un ambiente mucho más atractivo para los inversores extranjeros.
El mismo Tsakalotos sostuvo que Grecia necesita una agenda completa de desarrollo, ahora que está en vísperas de la salida de los memorándums, y además ha de ser una agenda que convencerá tanto a los acreedores internaciones como (y principalmente) a los inversores extranjeros.
La mayoría del plan se enfoca al entorno empresarial, como es la simplificación de licencias para sectores adicionales de actividad económica, el desarrollo de un marco de coordinación para la inversión extranjera directa, la simplificación y aceleración de los procedimientos de concesión de licencias en el sector de la construcción, la mejora de la infraestructura en los puertos de El Pireo, Salónica y el norte de Grecia con el fin de intensificar la conexión con el interior de los Balcanes y los países de Europa Central y Oriental, la introducción de incentivos para las empresas que soliciten e inviertan en tecnología ecológica, más allá de la legislación actual, relajar y finalmente anular las restricciones a los movimientos de capital (algo que ya está en curso) y también implementar completamente políticas dirigidas a reducir los préstamos no rentables.
Este plan de desarrollo es un proceso seguido tanto por Portugal como por Irlanda cuando conseguieron salir de los programas de ajuste fiscal. Alexis Tsipras explica que este plan se refiere explícitamente a las áreas donde se identifica el potencial de crecimiento significativo y la mejora del país en la competencia económica internacional. Estos serían los sectores de procesamiento: industria, agroalimentación, turismo, transporte marítimo, medicina, logística, innovación, nuevas empresas, infraestructura y energía. En las 106 páginas del plan se presentan los datos de cada sector y las perspectivas, con medidas para conseguir las metas cuantificables para cada uno.
Por último, Tsipras y Tsakalotos se referieron también a dos componentes clave para el éxito de este proceso: el cambio institucional, y las herramientas financieras que impulsarán el plan. Concretamente, Grecia cuenta ahora con los recursos de la inversión pública, el Pacto Corporativo para el Marco de Crecimiento europeo (donde Grecia lleva tres años consecutivos siendo el país con la mayor absorción en toda Europa), y también con el paquete Juncker, de inversiones de 8.000 millones de euros.
Por otro lado, analistas económicos tanto en Grecia como en el extranjero no han pasado por alto los puntos débiles del programa, que no son pocos. Uno de los objetivos más importantes para Grecia, y también una de las obligaciones más estrictas de la Troika, es el proceso de las privatizaciones. Sin embargo, la palabra "privatización" se menciona tan solo dos veces en el centenar de páginas. Además, también es cierto que la gran mayoría de las acciones y las iniciativas que se describen vienen con pocas cifras concretas, o incluso sin cifras, un hecho que no ayuda en la especificación de las medidas.
También, Tsipras y Tsakalotos afirmaron que los impuestos implementados durante los tres años del gobierno de Syriza seguirán vigentes, entre ellos el polémico impuesto sobre la propiedad que Syriza había prometido anular. Más allá, el marco de los impuestos actual se describe en el plan como un marco con posibilidades de ampliación, algo directamente opuesto a la hasta ahora retórica del partido de izquierdas que lidera Alexis Tsipras.