
Tras un año de mandato, el nuevo presidente argentino incluye al país en el siglo XXI gracias al ahorro y a la enorme austeridad.
Mauricio Macri prometió incluir a Argentina "en el siglo XXI" aquella noche en la que con un ajustado 51,4% vencía al kirchnerismo en segunda vuelta. El exalcalde de Buenos Aires sabía que el movimiento político debía de arrancar sin demora y apenas una semana después de haber recibido la banda presidencial desplegó su ambicioso plan: declaró la emergencia energética, levantó el cepo cambiario y acabó con buena parte de los aranceles que blindaban la producción nacional.
El objetivo era hacer apetecible un país donde el peso de las fronteras en la última década había bloqueado el paso de las inversiones. Un año después, Argentina se ha hecho presente en las cumbres internacionales e incluso ha sido elegida para alojar la cumbre del G-20 en el 2018. La factura para los argentinos, eso sí, ha sido alta. Los ahorros en pesos se han devaluado un 50 por ciento, la inflación ronda el 40 por ciento y la industria, la que iba a ser la gran beneficiada tras el cambio, acumula una caída del 4,9 por ciento en lo que va de año.
Por ahora, "la lluvia de dólares" que también pronosticó el presidente aquella noche histórica se está haciendo esperar. Según los últimos datos oficiales, el Producto Interior Bruto cayó un 3,4 por ciento en el segundo trimestre respecto al mismo periodo del año anterior. Si nos fijamos en el desempleo, Argentina también está peor que hace un año. En concreto, las nuevas estadísticas (las revisadas por el Gobierno y por el FMI) registraron una tasa de paro para el tercer trimestre del 8,5%, mientras que en el mismo periodo de 2015 alcanzaba el 5,9%
Pero Macri sigue pidiendo paciencia. Si durante los meses de ajuste más duros -cuando las facturas del gas llegaron a subir un 500 por ciento- el presidente auguraba que la luz después del túnel se vería en el segundo semestre, ahora demora esos brotes verdes hasta 2017. Así se expresó hace unos días, durante el cierre de la 22ª Convención de la Unión Industrial Argentina, cuando admitió que trabajará para cambiar el hecho de que "el 32% de los argentinos está sumido en la pobreza". No obstante, el empresario defendió su camino para evitar que "Argentina entrara en su quinta crisis terminal en menos de cincuenta años".
Tras un año de prueba, el cambio radical de propuesta económica convence más fuera que dentro, donde día a día se ve a más gente durmiendo en la calle. El propio FMI, tras su visita a Buenos Aires en septiembre, afirmó que el ajuste era "inevitable" y que, aunque en 2016 Argentina culminará con una recesión del 1,8%, en 2017 su economía volverá a crecer.
Cronología
2015
22 de noviembre
Mauricio Macri (Cambiemos) gana en segunda vuelta a Daniel Scioli (Frente para la Victoria) con un ajustado 51,4 por ciento frente al 48,6 del candidato peronista.
10 de diciembre
El exalcalde de Buenos Aires asume la presidencia de Argentina poniendo fin a doce años y medio ininterrumpidos de kirchnerismo.
15 de diciembre
La Casa Rosada declara la emergencia energética debido al deterioro de los servicios subvencionados. Seis meses después, las facturas de la luz y del gas llegaron a subir hasta un 500 por ciento.
16 de diciembre
Hacienda levanta el cepo cambiario-la limitación de compra de moneda extranjera que regía desde 2011- lo que produjo una caída del peso de entre el 30 y el 40 por ciento.
2016
22 de abril
Argentina sale del ?default? técnico tras pagar a ?fondos buitre? 8.200 millones de euro.
15 de diciembre
Macri viaja a China para participar en la cumbre del G-20 rompiendo así con las ausencias del país a estos encuentros en la última década. La próxima cumbre en 2018 se celebrará en Argentina.
China, Japón y EEUU, los nuevos aliados de la Casa Rosada
Argentina también ha cambiado de aliados. Si hace un año las relaciones exteriores que la Casa Rosada más mimaba eran las de sus vecinos latinoamericanos, en la nueva agenda internacional el peso de estos ha ido reduciéndose, al tiempo que aparecen actores que antes apenas se mencionaban, como EEUU, China y Japón.
El entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó Buenos Aires el 23 y 24 de marzo después de casi dos décadas en las que esto no ocurría. La visita no sentó muy bien a los argentinos, por la complicidad del país en el golpe de Estado de 1976, aniversario que ese día se conmemoraba. También, tras la victoria de Donald Trump, Macri fue uno de los primeros presidentes en felicitarle telefónicamente, a pesar de que públicamente había apoyado a Hillary Clinton.
Más llamativo incluso es el nuevo apretón de manos con Japón. Desde 1959 que un primer ministro de Japón no ponía un pie en la Argentina, algo que ocurrió el mes pasado. Shinzo Abe le prometió una nueva etapa de intercambio económico basada en "la supremacía de la ley". En esta línea, también el presidente chino, Xi Jinping, se mostró partidario de revisar contratos, tras el encuentro que mantuvo con Macri en el mes de abril en Washington donde coincidieron por la cumbre de Seguridad Nuclear.
La Casa Rosada, sin embargo, declinó enviar a Macri a la XXV Cumbre Iberoamericana, donde el tema más relevante (fuera de agenda) era tantear cuántos apoyos le quedaban a Venezuela en la región, después de que Brasil, Argentina y Paraguay demandaran que dejara de presidir Mercosur. Ya en enero, tampoco Macri acudió a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), lo que se interpretó también como un escudo para no enfrentarse al presidente venezolano y generar simpatía en Estados Unidos.
Los argentinos renuevan en 2017 una parte del Congreso y del Senado
El año que viene los argentinos tienen una nueva cita con las urnas para renovar la mitad de las bancadas en el Congreso de los Diputados y un tercio de las del Senado. La ocasión es importante, pues en la última elección de diciembre el Frente para la Victoria perdió el quórum (129) en el Congreso, si bien sigue siendo la primera minoría (117 de 257). En el Senado, sin embargo, el oficialismo mantiene una holgada mayoría (42 de 72).
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, llegó al poder con la alianza Cambiemos que apenas tenía un año. La aleación se formó entre dos partidos: el PRO (Compromiso para el Cambio) y el partido que le había llevado a la Alcaldía de Buenos Aires y la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica.
Juntos diseñaron así "la revolución de la alegría?, una apuesta por el cambio en la que proponían una nueva visión de la política. A algunos les convencieron. Muchos otros, sin embargo, votaron en contra del hartazgo de 13 años de kirchnerismo pero solo como toque de atención de cara al Frente para la Victoria -al que la mayoría de encuestas daba como ganador- para decirle que todo no vale.
La elección como candidato a gobernador de Buenos Aires de Aníbal Fernández -salpicado de presuntos escándalos de drogas- así como la ausencia de un sustituto claro de Cristina Fernández de Kirchner fueron descuidos que el Frente para la Victoria pagó caros.
Un año después, a Mauricio Macri le pasan factura la inflación, los ajustes, el desempleo así como el haber duplicado la deuda pública argentina o el estar imputado en el caso de los papeles de Panamá. Aun así, según el último sondeo del Grupo de Opinión Pública (GOP), el mandatario goza de un 51 por ciento de valoración positiva, esto es, una de las más altas notas obtenidas por un dirigente latinoamericano.