Economía

Llega el Día D: ¿Aprobará el Congreso de EEUU el plan de rescate de Paulson?

El empeoramiento de la economía y el desplome de Wall Street pueden cambiar el voto de bastantes congresistas. Llegó el día. La tensión se puede cortar con cuchillo. Los banqueros, ahorradores y políticos del mundo entero aguantan la respiración. ¿Sería posible que inversores privados colaboraran en el rescate participando de las pérdidas o ganancias de la operación?

El Congreso de EEUU votará esta tarde por segunda vez el plan de rescate de Henry Paulson, después de introducir modificaciones para satisfacer las principales demandas de los dos partidos que han permitido su aprobación en el Senado. Y después de haberlo rechazado el lunes pasado -a pesar de haberse anunciado a bombo y platillo previamente que había un acuerdo para aprobarlo-, esta vez nadie se fía. Empezando por Wall Street, que ayer se desplomó hasta mínimos de tres años en el Dow Jones.

¿Qué va a pasar? Con este precedente, dar una previsión es muy arriesgado. Pero sí tenemos varios elementos muy importantes para tener en cuenta. Después del rechazo de la semana pasada, hemos tenido dos tipos de reacciones contrarias. Por un lado, el propio Bush, Paulson y Bernanke han insistido en la estrategia del miedo, en la dicotomía "el plan o el caos", poniendo como ejemplo de los males que nos aguardan si el plan vuelve a ser rechazado la caída histórica de Wall Street el lunes. Por otro lado, los liberales que estaban escondidos debajo de las piedras han salido a la luz proponiendo alternativas menos intervencionistas para el rescate de la banca. Hay incluso manifiestos firmados por catedráticos y premios Nobel en este sentido.

Lo cual deja a los congresistas que votaron el lunes en contra del plan en una situación incómoda: no quieren arriesgarse a aparecer como los causantes de una catástrofe económica, pero también cuentan con más ideas para buscar una alternativa más aceptable para los votantes, en especial los republicanos, que el regalo de dinero público a los gigantes de Wall Street. Una elección francamente difícil.

El elemento que puede inclinar la balanza es lo ocurrido en la bolsa y la economía en los días transcurridos desde la primera votación. Como Bush se ha encargado de recordar, las pensiones de la mayoría de los norteamericanos están invertidas en bolsa, luego un hundimiento de Wall Street sería catastrófico para millones de ciudadanos, en especial aquellos que están cerca de la jubilación. Este es un argumento muy poderoso entre los congresistas republicanos, que pueden optar por el mal menor: regalar dinero de los contribuyentes antes que arruinar a esos mismos contribuyentes; es decir, quitarles un poco mejor que quitárselo todo.

Y luego está la economía. Los últimos datos, como las demandas de subsidios o los pedidos de fábrica, apuntan claramente a que ya ha empezado la recesión. Además, el cierre de los mercados crediticios y la subida estratosférica de los diferenciales pueden agravar notablemente la crisis, al dejar sin financiación a la economía. Y una nueva oleada de quiebras o rescates bancarios no haría sino agravar esta situación. De nuevo, muchos congresistas pueden inclinarse por el mal menor y aprobar el plan de rescate para frenar el desastre.

Los cambios animan a unos y disgustan a otros

También hay que tener en cuenta el calado de los cambios introducidos en el plan en el Senado, en especial el recorte de impuestos de 149.000 millones y un límite más alto para el equivalente al Fondo de Garantía de Depósitos (hasta 250.000 dólares), ambas medidas solicitadas por los republicanos; y, para contentar a los demócratas, la autoridad del regulador para eliminar las reglas de valoración de los activos tóxicos (el famoso mark to market), a las que muchos consideran responsables de la crisis, y las inversiones en energía renovable.

Bloomberg publicaba anoche que un grupo de cinco congresistas republicanos y demócratas han cambiado ya de opinión y apoyarán la medida, y que otros tres lo están considerando. Pero también hay demócratas que apoyaron el plan y que ahora no lo tienen tan claro porque no les gustan los recortes de impuestos que han conseguido introducir sus rivales. Asimismo, los republicanos más duros insisten en modificar el plan para que el Gobierno sólo pueda gastar inicialmente 250.000 millones, y que el resto tenga que ser aprobado en función del cumplimiento de unos objetivos. Algo que la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, considera imposible porque cualquier modificación del plan tendría que ser votada de nuevo por el Senado.

El Gobierno necesita 12 votos para que el plan salga adelante hoy. Que Dios reparta suerte.

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