Economía

¿Nos invaden? Vuelve el debate sobre el turismo masivo

En España, el turismo supone el 11,7% del PIB y aporta 0,5 puntos a su crecimiento. La llegada de turistas volvió a superar el máximo histórico en 2015 con 68,1 millones de visitantes. Durante ese año, el sector creció un 3,7% y generó 73.343 nuevos puestos de trabajo. Para 2016 las previsiones son aún mejores. No es ningún secreto: el turismo es el motor que está tirando de la recuperación española. Y, siendo así, ¿quién puede quejarse?

Pues los vecinos de Barcelona, por ejemplo, quienes llevan años protestando por la masificación del centro. Allí, la alcaldesa Ada Colau ya ha prohibido la construcción de nuevos hoteles en las zonas más turísticas de la ciudad. En las Islas Baleares, el Govern ha recuperado el impuesto turístico. En Palma han aparecido pintadas en contra de la llegada de turistas. En Ibiza los alquileres veraniegos han subido tanto que los trabajadores estacionales tienen que dormir en garajes o en sus automóviles.

Son las dos caras de una misma moneda. Al mismo tiempo que el turismo se ha convertido en la tabla de salvación de una economía en crisis, los habitantes de los barrios más visitados sufren la llegada de auténticas oleadas de gente que les hacen imposible una vida normal, impidiéndoles disfrutar de pasear por la ciudad o de tomar el sol en la playa. Y es más, la corriente que está a llevando a los particulares a alquilar sus viviendas durante el verano -mediante servicios como Airbnb- provoca que los alquileres se encarezcan tanto que los inquilinos no puedan seguir viviendo en sus casas y que los edificios de viviendas bien situados se conviertan en pseudohoteles.

Políticos frente a empresarios

Algunos Gobiernos ya han empezado a tomar medidas. Las de Ada Colau han sido las más mediáticas. La alcaldesa de Barcelona ha prohibido que se abran nuevos hoteles en los barrios céntricos, especialmente en calles de menos de ocho metros de ancho, y también ha cancelado la concesión de licencias de apartamentos turísticos. El objetivo del ayuntamiento es poner freno a la hotelización que están sufriendo los vecinos de barrios como Ciutat Vella, Poble Sec o Gràcia, de forma que el turismo pueda ser dirigido desde las instituciones y no siga creciendo sin control.

El otro estamento político que ha reaccionado es el Govern de las Islas Baleares. Además de hacer más restrictivas las leyes de edificación y de concesión de licencias a apartamentos y hoteles, el parlamento autonómico también ha aprobado la ley del impuesto sobre estancias turísticas, la llamada ecotasa. Los turistas tendrán que pagar entre 0,25 y 2 euros por noche, y los fondos recaudados, unos 100 millones al año, irán destinados a fines medioambientales.

Los empresarios han mostrado su rechazo a la medida y se quejan de que ha sido implantada con la temporada iniciada. "Este impuesto supondrá una merma de los ingresos, lo que conlleva también una menor inversión futura en las instalaciones. Es, por tanto, un tema que ya no solo afecta al sector turístico sino a la comunidad económica en general", critica Gabriel Llobera, vicepresidente de Garden Hotels.

Un asunto controvertido

A pesar de todo, la situación en islas como Ibiza empieza a ser caótica. Los precios de los alquileres se disparan en verano, mientras servicios básicos como el agua, los transportes o las carreteras tienen que soportar en verano varias veces su actividad normal. Las esperas para ser atendido en centros de Urgencias pueden alcanzar las cuatro horas como consecuencia de la falta de personal. Ya hay voces en las Pitiusas que alertan del riesgo de colapso y piden que se limite el número de visitantes en verano.

Es el caso de Javier, autor del blog Ibizaisla.es, donde explica que "no es sólo un problema entre los vecinos que sufren molestias o unas empresas turísticas que hacen beneficios exagerados. Es un problema de modelo de isla. Ya es un comentario habitual: Ibiza no es lo que era antes. Estamos siguiendo un modelo que no es sostenible a largo plazo. Muchos turistas que nos visitan se decepcionan cuando ven algunas zonas de la isla banalizadas, donde sólo ven turismo de masas".

Lo cierto es que cualquier medida destinada a poner controles al sector se va a encontrar con la oposición de una parte de la población: en un momento en el que el turismo está siendo la panacea de la economía, la idea de poner palos en las ruedas de la locomotora del crecimiento español es impopular por definición.

Por lo pronto, haya más intervención de las administraciones públicas o menos, lo que parece claro es que la actividad turística seguirá en proceso de expansión: "La situación del resto del mundo -inseguridad en el mediterráneo musulmán y Grecia- conlleva resultados mejores de los esperados", explican desde Garden Hotels.

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