
Conforme aumenta la fuerza de los partidos populistas y antieuropeístas a lo largo y ancho del bloque de los 28, la estrategia de Cameron ha dejado huella en otros mandatarios europeos, al demostrar que se puede amenazar a Bruselas... y salir ganando. Algunas fuentes de los ejecutivos más admirados, que piden no ser nombradas, están con esta nueva Unión Europea a medida y aseguran que Londres ha abierto un camino por el que seguirán muchos otros.
"El hecho de que David Cameron expusiese una serie de peticiones, y que todas ellas hayan sido atendidas, ha creado un precedente político", reconoce Vicenzo Scarpetta, analista del think tank londinense Open Europe, que añade: "hay que ver la negociación británica en el largo plazo. Con ella Cameron ha suscitado algunas cuestiones existenciales sobre el futuro de la propia UE".
Los cimientos económicos de Europa se fragmentaron por culpa de la crisis de deuda, que ha obligado a varios estados del sur de Europa a aceptar rescates de forma a menudo inopinada, y que en esa periferia se han percibido como una especie de colonialismo por parte de las potencias centrales y, especialmente, de Alemania.
Con la crisis de refugiados a consecuencia de la guerra en Siria, lo que está en juego ahora es el tejido social, y ya no tanto económico, que se había creado en torno a la idea de la unión económica.
"Los partidos populistas de Francia, Hungría y otros harán todo tipo de demandas similares a las de Cameron", reconoce John Springford, del Centre for European Reform. Pero advierte de que en Francia el truco podría no funcionar: "si Francia se convirtiese en euroescéptica, el proyecto (europeo) al completo estaría frito".