Economía

La estrategia de Rajoy o la delgada línea roja entre el estoicismo y el autismo

Rajoy, llegando a una rueda de prensa en Moncloa. Imagen: EFE

Este hombre "o no se entera de lo que está pasando o empieza a dar síntomas de esquizofrenia". Así comentaban algunos críticos del Grupo Popular el discurso de Mariano Rajoy, ayer, a sus diputados. Una reflexión que hacían en los pasillos, y una vez cumplido el trámite de los aplausos obligados al líder todavía, que, esta vez fueron menos numerosos y se notaban más artificiales.

Ocurre que, fuera de escena, son muchos ya en el PP quienes ni comprenden ni comparten el inmovilismo de Rajoy, cuyo estoicismo habitual empieza a confundirse con un autismo postural.

Sobre todo, porque no se entiende que mientras el resto de los partidos están debatiendo abiertamente sus resultados tras el 20D y buscan alternativas de futuro, en el PP, tanto el presidente como la Junta Directiva sigan guardando un silencio exasperante sobre los malos resultados obtenidos y sobre la inacabable corrupción que empieza a convertirse en el santo y seña del partido, por la inacción y los errores de la dirección.

Pero no es sólo Rajoy el centro de las críticas. Las censuras de muchos dirigentes regionales, parlamentarios y ex altos cargos populares tienen también otros nombres y apellidos relevantes.

¿Dónde están -se preguntan- Soria, Fernández Díaz y Moragas?, ¿qué hacen Montoro y Ana Pastor? Son, dicen, los rostros de la "parálisis" que atenaza al Gobierno y al partido, donde sólo dan la cara Soraya y Margallo, además de Morenés, quien ni siquiera es militante.

Son estas las mismas voces, cada vez más extendidas y con más adeptos, que exigen a Rajoy dar un paso a un lado y anteponer los intereses del país a las ansias de poder para presentar un candidato alternativo que suscite menos rechazo en el PSOE y sin vinculaciones o sospechas con la corrupción.

Un gesto de generosidad que haga posible ese Gobierno tripartito con socialistas y con Ciudadanos que él defiende, y muchos compartimos, pero para el que él es también un obstáculo insalvable. Una retirada a tiempo, dicen, es una victoria- Y, sobre todo, cuando el país y su partido necesitan soluciones con urgencia.

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