
Grecia está en la recta final hacia un acuerdo con sus acreedores, o quizá una ruptura que podría tener consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad del país. Y mientras la economía desde luego no atraviesa sus mejores momentos, la sociedad muestra una movilidad que se expresa mediante actos sociales de alto impacto. Y la mayor forma de expresión de esta movilidad es a través de manifestaciones: desde los años sesenta los griegos han aprendido a expresarse con concentraciones sociales masivas, en la grandísima mayoría de las veces manifestandose en contra de una decisión del Gobierno o de su política en general.
No obstante, lo que la sociedad griega ha vivido durante los últimos años ha logrado cambiar esta costumbre: desde febrero hasta hoy, los griegos que ocupan las plazas de las mayores ciudades del país, lo hacen principalmente para apoyar al Gobierno. No es que no haya manifestaciones en contra de la política del actual Ejecutivo si bien lo que más pide la sociedad es matices. Por ejemplo, en estos días algunos ciudadanos demandan un compromiso más rápido con Europa. Pero eso sí, hay diferencias claras en cuanto a la participación social entre los dos tipos de manifestación, a favor de que Syriza mantenga el pulso o los que temen sus consecuencias.
A favor de Syriza
Las primeras manifestaciones a favor de Syriza tuvieron lugar antes de las elecciones del 25 de enero, cuando el partido de Alexis Tsipras aún estaba en la oposición. Fue el 5 de febrero, diez días después de las elecciones, cuando por primera vez en la vida política y social griega tuvo lugar una manifestación a favor del Gobierno, una muestra masiva de apoyo al esfuerzo de los nuevos dirigentes y también de confianza hacia ellos. En un país donde las manifestaciones habían llegado al punto de ser especialmente violentas e incluso con víctimas mortales, este acontecimiento sin precedentes fue algo que marcó un cierto cambio.
Más de cuatro meses han pasado desde entonces, y el principal objetivo del Gobierno griego, que es lograr un acuerdo con los acreedores que asegure la financiación del país, aún está por conseguir. No obstante, el apoyo de la sociedad griega al Gobierno parece mantener su vigor. Aparte de las encuestas donde Syriza mantiene ventajas sin precedentes, las manifestaciones que han tenido lugar han sido en un 80 por ciento a favor de la política de Alexis Tsipras y en contra, tal como se ha expresado, de la severa austeridad y las exigencias absurdas de los acreedores.
Incluso ahora, que se hace claro que las negociaciones con los acreedores han llegado a un punto crítico, las concentraciones sociales que siguen teniendo lugar en Atenas y en las principales ciudades griegas tienen como lema principal mantener la dignidad del país.
Si se tuviese que dibujar el estado de ánimo de la sociedad mediante los mensajes de estas manifestaciones, se podría decir que el Gobierno mantiene firme el mandato popular para poner fin a la austeridad, que Tsipras ya ha dado muchos pasos atrás en comparación con su discurso preelectoral y que cinco años ha sido tiempo suficiente para demostrar que el experimento que se puso en marcha en Grecia con los memorándum no produjo resultados positivos sino dramas personales y sociales.
Sin embargo, no todas las expresiones sociales han sido a favor de Syriza y de su política. Mientras el acuerdo con los acreedores no se consigue y las necesidades económicas del país se agravan, surgen cada vez más alto las voces a favor de un acuerdo más rápido con Europa. Es interesante indicar que "Europa" es la palabra que muestra quién es el interlocutor del Gobierno; a pesar de la presencia también del FMI y del hecho de que no es una negociación directamente con socios u otros países en general, sino con representantes de acreedores, los griegos que apoyan con firmeza la permanencia de Grecia en el euro suelen expresarse "a favor de Europa". De hecho, más "a favor de Europa" y mucho menos "en contra del Gobierno". El punto donde se encuentran las dos posiciones es el punto de tiempo: a favor de Syriza o a favor de Europa, la sociedad griega tiene claro que el tiempo se agota, la paciencia también, y que lo mejor sería que haya un resultado concreto lo más pronto posible: o dentro del euro y con condiciones que no violen la dignidad nacional, o fuera del euro y buscando vías alternativas.