Economía

El pago de 460 millones al FMI puede sumir otra vez a Grecia en la recesión

  • El país carece de efectivo y existe un temor constante a la quiebra
Alexis Tsipras, primer ministro griego

Las recientes promesas del Gobierno griego afirmando que cumplirá con sus obligaciones financieras con normalidad han reducido hasta cierto punto las preocupaciones sobre la inminente quiebra del país, pero Atenas no deja de buscar diariamente nuevas inyecciones de liquidez. Y, aunque los datos muestran que en 2014 Grecia logró un débil atisbo de recuperación tras seis años seguidos de recesión -que destruyeron la cuarta parte del PIB-, el país puede volver a caer en otro círculo de recesión.

Mañana, jueves 9 de abril, Atenas ha de pagar 460 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI). El ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, aseguró a Christine Lagarde, directora gerente del FMI, que pagará, tanto esta cuota como las siguientes. Pero Atenas se enfrenta a una aguda escasez de liquidez y, dada su firme posición de que la prioridad indiscutible es el pago de salarios y pensiones -como declaran repetidamente altos funcionarios del Gobierno heleno, incluso el primer ministro Alexis Tsipras-, las cuentas no salen. Y la víctima, en este caso, serán probablemente los proveedores de la Administración y las empresas a las que se debe devolver impuestos.

En los últimos meses, el Estado cubrió sus necesidades (las no cubiertas por sus ingresos fiscales) sacando dinero de los fondos de pensiones y de las Administraciones regionales. Sin embargo, estas reservas se agotan y algunas ya se han secado. El siguiente paso sería tratar de repatriar depósitos o legalizar dinero negro (de evasión de impuestos) usando como incentivo un tipo impositivo único, como mucho hasta el 30%. Pero se estima que esta solución tampoco aportaría lo suficiente, pues mientras se mantenga la incertidumbre política, la posibilidad de que el país heleno finalmente abandone el euro o de un corralito financiero, que vuelvan los depósitos a los bancos griegos parece ciencia ficción.

La amenaza del impago

A medida que la economía griega se aletarga, es cuestión de tiempo que llegue el momento en que Atenas no cumpla con sus compromisos con los acreedores. Esto, que ya está sucediendo con los proveedores del sector público, pronto se extenderá a otros sectores. En marzo pasado, la confianza en la industria manufacturera, los servicios y la construcción cayó a niveles consistentes con una economía que se contrae. Al mismo tiempo, la previsión de Syriza de un crecimiento del PIB del 1,4% este año se considera demasiado optimista por los socios europeos y los prestamistas.

Por último, algo optimista y que no ha sido ampliamente entendido: la "coalición impía" entre Syriza y Anel es hasta la actualidad más estable de lo previsto. Hasta hoy, no se han visto señales de fricción que puedan poner en riesgo la estabilidad gubernamental. Al contrario, Tsipras se enfrenta a más problemas dentro de su propio partido, más bien con el ala radical, que con Panos Kamenos, líder de Anel y socio gubernamental.

La sombra rusa

En este contexto, persiste la duda de si Grecia llegará a finales de mes, para cuando el Ejecutivo heleno piensa cerrar un acuerdo durante el Eurogrupo informal en Riga (Letonia). Y en medio de las negociaciones y el pago de la deuda al FMI, Tsipras se reunirá hoy en Moscú con el Presidente, Vladimir Putin. Aunque no tiene la intención de pedir ayuda a Rusia, los problemas para cerrar la negociación con los europeos han situado al griego en la órbita de Putin, empeñado en dividir a la UE para complicar las sanciones contra su régimen.

De hecho, este encuentro ya ha sido comentado por Bruselas. La Comisión Europea ha avisado al primer ministro griego de que debe respetar la "unidad" de la Unión Europea en materia comercial, y no buscar acuerdos bilaterales con Moscú que permitan levantar para Grecia el veto que Rusia aplica a alimentos europeos. 

Por su parte, Moscú ha avanzado que hablarán mañana e no sólo de finanzas, sino de todo el espectro de las relaciones entre ambos países. En este sentido, según señalan medios locales citando a fuentes gubernamentales rusas, el Kremlin estaría dispuesto a reducir el precio del gas que exporta a Grecia y también a conceder nuevos créditos al Gobierno griego. A cambio, Rusia esperaría movimientos de acercamiento de parte de Atenas, en particular en lo que se refiere a la adquisición de determinados activos en Grecia. 

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