
El país intenta mejorar su atractivo, pero sigue recibiendo menos capitales que socios como España.
Menos impuestos a trabajadores y empresas, más recursos para las obras públicas, un nuevo plan de pago a proveedores. El Gobierno italiano está probando de todo para reanimar una economía que sigue en recesión, pero hasta ahora los esfuerzos no han dado resultados. Para ver la luz al final del túnel, Roma tendrá que esperar al menos hasta 2015 (cuando el PIB podría avanzar un 0,5 por ciento). La culpa no es solo de los "cuellos de botella institucionales" que, según denuncia la Comisión Europea, paralizan cualquier intento de cambio en el país. Italia atrae pocas inversiones extranjeras con respeto a sus socios europeos: la tercera economía de la eurozona no solo está detrás de Reino Unido, Alemania o Francia, sino también de España (con un flujo anual 16,5 mil millones de dólares de inversiones en 2013, frente a los 39 mil millones españoles, según la OCDE).
Lo peor es que los pocos inversores que hay a menudo huyen: en octubre los datos del Banco Central Europeo revelan un fenómeno muy preocupante: mientras el resto de la Europeriferia confirmaba las tendencias de los últimos dos años, durante el verano Italia sufría una verdadera huida de capitales: 67.000 millones de euros dejaron el país transalpino entre agosto y septiembre de 2014. Y con los italianos que todavía desconfían de las perspectivas de recuperación, prefiriendo ahorrar que gastar o invertir (según una encuesta comisionada por la asociación de las cajas de ahorros ha aumentado hasta un tercio del total las familias italianas que reducen los consumos para ahorrar), los recursos para la recuperación tienen que venir de afuera.
El primer ministro Matteo Renzi está multiplicando los esfuerzos para atraer inversores de los países emergentes: Roma casi ha logrado el rescate de su aerolínea, Alitalia, por parte de la rica compañía de Oriente Medio, Ethiad, y en ocasión de la última visita en Italia del primer ministro chino Li Kegiang, Pekin ha anunciado 8.000 millones de inversiones destinadas a los grandes grupos industriales transalpinos.
Pero Renzi se ha dado cuenta de que, además de los acuerdos políticos, para impulsar las inversiones son necesarias reformas: por esto ha acelerado la reforma laboral hasta romper con el principal sindicato del país CGIL (que ha llamado a una huelga general el 5 de diciembre) y ha pactado con el líder de la oposición, Silvio Berlusconi, una reforma electoral que promete favorecer el bitapartidismo y la estabilidad en un país famoso por sus continuos cambios de Gobierno.
Una encuesta de la Asociación italiana de bancos extranjeros (Aibe) revela que la estabilidad política está dando resultados: una muestra de 26 consejeros delegados y responsables de grandes multinacionales, fondos de inversiones y estudios legales registra en octubre una mejora de las perspectivas del país debida, sobre todo, a la mayor estabilidad y a los cambios anunciados en el mercado de trabajo.
El atractivo de Italia es todavía bastante bajo con respeto a los otros países europeos (solo un 38 por ciento de factores positivos, frente al 41 de España, según el índice elaborado por Aibe) pero el país transalpino ha mejorado 5 puntos porcentuales con respeto a marzo, cuando Renzi acababa de ser nombrado primer ministro.
"Para los inversores extranjeros Italia presenta más debilidades - financiación de la deuda publica, retrasos en infraestructuras y en el proceso de privatizaciones- que aspectos de competivividad, aunque con una ligera mejora del atractivo", comenta el presidente de Aibe, Guido Rosa, subrayando que "es necesario cumplir con las reformas estructurales como señal de una nueva visión estratégica. Hay que depositar en los inversores extranjeros, junto a los empresarios italianos, la tarea de ayudar la recuperación".
El mayor esfuerzo que Italia tiene que hacer es acabar con la imagen de país poco transparente y difícil para los inversores extranjeros. Bruselas incide en su informe sobre los desequilibrios macroeconómicos en que "los avances de los próximos meses en las reformas serán cruciales".