Economía

París se compromete a ahorrar 50.000 millones si Berlín invierte la misma cantidad en su país

  • Alemania, al borde de recesión, pacta con Francia estímulos a la inversión
Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas de Alemania.

Tras el aluvión de datos económicos decepcionantes, el ministro de Finanzas de Francia, Michel Sapin, y el ministro de Economía, Emmanuel Macron, se reunieron el lunes en Berlín con sus homólogos germanos Wolfgang Schäuble y Sigmar Gabriel y llegaron a un acuerdo bilateral que van a presentar en diciembre sobre inversiones y reformas estructurales.

Los franceses llegaban a la capital alemana con una propuesta concreta bajo el brazo: Francia puede comprometerse a ahorrar 50.000 millones, pero pide a cambio a Alemania que invierta la misma cifra en su país para fortalecer su economía y estimular la recuperación en la zona euro.

Pero el Gobierno alemán ya ha demostrado antes que no acata órdenes de nadie, y la reunión de este lunes no fue ninguna excepción. Gabriel advirtió que no acepta "lecciones" ni "pedanterías" y su homólogo francés, Emmanuel Macron, asumió la regañina y reconoció en la rueda de prensa posterior que finalmente "no he pedido ni exigido nada, aunque Alemania es quien tiene más capacidad en el campo de la inversión".

Los cuatro ministros llegaron al compromiso de trabajar juntos para impulsar su economía interna y la del conjunto de Europa, y el próximo 1 de diciembre presentarán un informe económico conjunto con una batería de propuestas para aumentar las inversiones en ambos países. "La cooperación francoalemana está en el interés común de Europa", dijo Schäuble quien, aunque por primera vez empieza a reconocer que hace falta más inversión, aún se resiste a apostar claramente por el gasto público y coincide con Sigmar Gabriel en defender en su lugar que se estimule la inversión privada.

No a expensas de la deuda

"Alemania está pasando por una situación económica bastante normal, pero otros países de Europa se encuentran en una etapa difícil", dijo Schäuble. "Por eso estamos decididos a trabajar juntos para hacer lo que sea necesario para fortalecer la inversión en nuestros países". El ministro alemán, hombre de confianza de Angela Merkel, concedió que cada país debe invertir "dentro de sus posibilidades" y "en el marco" de su política financiera, con lo que desterró cualquier posibilidad de nuevo endeudamiento para programas de inversión en Alemania.

Mientras tanto, el Bundesbank se ha sumado a las críticas hacia la economía alemana emitidas por el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno de Estados Unidos y los principales economistas de Europa en las últimas semanas. En su boletín mensual publicado ayer, advierte de que Alemania está al borde de la recesión y pronostica poco o nulo crecimiento en la segunda mitad del año. Según el pesimista vaticinio del Bundesbank, la principal economía del euro seguirá débil, agravando los problemas del bloque de 18 países, que se están ralentizando hasta acercarse a una parada virtual. Una previsión que, por otro lado, no es ninguna sorpresa después de que Berlín admitiera en sus previsiones oficiales de otoño que la fragilidad del conjunto de Europa y la débil demanda interna han rebajado sus perspectivas de crecimiento para 2014 del 1,8 al 1,2 por ciento y las de 2015 del 2 al 1,3.

Según el Bundesbank, entre abril y junio la producción económica germana se contrajo un 0,2 por ciento y estima que en el tercer trimestre "el resultado económico total debería estar al nivel del segundo trimestre", aunque brinda la posibilidad de que esté "ligeramente mejor". "Teniendo en cuenta los flojos pedidos y el ánimo pesimista entre las compañías, el panorama para el trimestre final del año es igualmente modesto", explica en su informe. El pobre desarrollo de una economía considerada hace algún tiempo el último bastión del crecimiento en la zona euro sigue así el camino de la segunda y tercera del grupo, Francia e Italia.

Los datos recientes sugieren que la economía alemana se está estancando, amenazando con frenar la recuperación mundial. Berlín y París están de acuerdo en que algo urgente que hacer.

Sin embargo, no parece que se haya llegado a un acuerdo sobre la estrategia para solucionar el problema. Francia, luchando con el desempleo por las nubes y un déficit presupuestario, se ha aliado con Italia para encabezar una campaña con el objetivo de que Alemania suavice su postura sobre la austeridad fiscal. Ambos países han intensificado sus convocatorias de la UE para que Berkñub se centre en el crecimiento y no en el equilibrio de los Presupuestos.

Pero la canciller dio un puñetazo sobre la mesa la semana pasada y se negó a modificar su política de ahorro dentro y fuera del país. Sigmar Gabriel, reforzaba este mensaje en el periódico Bild -"Alemania no está en una recesión"- y rechaza la idea de un plan de inversiones para reactivar la economía.

Merkel insiste en que el camino para salir de la crisis es que todos los estados de la zona euro se adhieran a las normas acordadas en el Plan de Estabilidad y Crecimiento para frenar el tamaño de sus déficit. Es un tira y afloja que amenaza con llegar al corazón de la UE en la cumbre de esta semana en Bruselas.

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