
El parón de Alemania, Italia y Francia, las tres mayores economías de la eurozona, en el segundo trimestre del año no sólo empantana el crecimiento de Europa en bloque, sino que lo hace cuando arrecian las tensiones geopolíticas y sin que los países hayan acabado de sanear sus sistemas financieros ni corregido sus desequilibrios fiscales. Gráfico: El camino de los tipos hasta el 0,15% | Evolución del 'precio oficial del dinero' en la zona euro
En ese panorama, constantemente amenazado por la deflación, y sin que el crédito fluya lo que debería a las empresas, todas las miradas se dirigen hacia Mario Draghi, el presidente del BCE, más presionado que nunca para tomar medidas contundentes de estímulo monetario.
El consenso de los expertos consultados por elEconomista considera que el paquete de medidas sin precedentes que el BCE lanzó en junio -tasa negativa a los depósitos, objetivos de préstamos de la banca, entre otras- puede no ser suficiente para solventar la actual parálisis europea. Y, de hecho, la mayoría de ellos reclama dos tipos de acciones: en primer lugar, cobra peso la posible implantación de un QE a la europea (Quantitative Easing), ya sugerido por el propio Draghi, cuando de modo implícito apuntó a que en Europa sería más efectivo enfocar las compras al mercado de deuda privada, en concreto hacia titulizaciones o ABS (Asset Backed Securities), que son valores respaldados por activos. De hecho, en la última reunión afirmó haber acelerado los preparativos para ello.
En todo caso, los expertos recalcan que, salvo que la situación se agrave, no es de prever que Draghi plantee tal decisión, al menos, hasta fin de año o inicios de 2015. Así lo vaticina Jennifer McKeown, de la firma de análisis estadounidense Capital Economics. "Esperamos que el BCE ponga en marcha el QE a finales de año o principios de 2015", si bien esta especialista cree que Draghi esperará a ver el efecto de las medidas anunciadas.
De parecida opinión es Mads Koefoed, jefe del área de Estrategia Macroeconómica de Saxo Bank, para quien "un QE al estilo de la Reserva Federal o un nuevo programa de compra de activos ABS no tendría lugar hasta 2015". La entidad espera más medidas expansivas del BCE, pero no ahora. "Los TLTRO que fueron anunciados a principios de verano empezarán en septiembre y es probable que el BCE espere a ver su impacto", dice Koefoed.
Por su parte, Azad Zangana, economista de Schroders, es contundente: "Definitivamente, se redoblará la presión para que el BCE haga más, y vaya más allá de las medidas publicadas este verano, para impulsar el crecimiento".
En la misma dirección apunta Rafael Romero, director de Inversiones de Unicorp Patrimonio, para quien "hay argumentos cada vez más sólidos para un estímulo monetario más intenso. Por el lado de la inflación en la Unión Europea, estamos en el 0,4 por ciento, muy lejos del 2 por ciento de objetivo del BCE, y con muchos países en territorio negativo. No es una situación que invite a estar tranquilo".
Partidario también de que la entidad que comanda Mario Draghi gane firmeza es Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB, para quien el banco central debe replantearse ser "prestatario final, es decir, comprar, para incorporar a su balance deuda y renta fija", además de introducir medidas que sirvan para devaluar el euro. Bernal recuerda que el abaratamiento de la moneda única sería beneficioso para que no se truncara el buen ritmo de crecimiento de España (0,6 por ciento de PIB en junio). "Con un euro hasta hace poco sobrevalorado frente al dólar, las exportaciones a Estados Unidos y países latinoamericanos se han visto perjudicadas".
El segundo tipo de medidas que el banco debería adoptar es ampliar los TLTRO, es decir, aumentar la inyección de liquidez a la banca, condicionada a que preste a empresas. Así lo expone Juan Ramón Caridad, director del Máster de Finanzas FIA: "Draghi tiene mayor margen de maniobra. Hay quien especula en el mercado con que los TLTRO por 400.000 millones pueda extenderlos a 850.000 o al billón. Por ahora no hay suficientes datos como para pensar que estamos en una ralentización agresiva".
Ventas exteriores vulnerables
Ante la evidencia de que la bajada de tipos tiene ya poco margen, Ramón Morell, de ETX Capital, confía en que el BCE active "nuevos mecanismos de impulso en la eurozona rápidamente. La medida más probable es un LTRO, aunque también puede subir la tasa de depósito negativo a bancos. Además, un QE, que hace semanas se veía bastante improbable, ahora tiene cada vez más conversos por sus efectos en la economía de los EEUU".
Como la mayoría de expertos, Nuria Álvarez, analista de Renta 4, sostiene que Draghi "está en modo de esperar y ver las implicaciones de las TLTRO y el programa de compra de activos. Los últimos datos económicos quizá haya que cogerlos con cuidado: el retroceso del PIB de Alemania podría ser más un tema puntual". Con respecto a las repercusiones para España de ese parón general, Nuria Álvarez avisa de que, "si el deterioro se profundiza en las dos principales economías de la eurozona, finalmente podría afectar dado el vínculo comercial".
Devaluar el euro para fomentar las exportaciones es uno de los mecanismos que José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de Fedea, considera que el BCE debe activar. "Al no haber consenso entre países, será difícil que el BCE lleve a cabo una política monetaria más expansiva, al menos mientras la inflación siga en los niveles actuales. Si yo fuera el BCE, intentaría fijarme como prioridad devaluar el euro para impulsar las exportaciones".
En cuanto a España, el subdirector de Fedea valora que "la situación es complicada, y más para un país tan endeudado como España. Necesitamos que aumente el consumo, y éste sólo repuntará después de que lo haga la inversión. Cuando la inversión sea atractiva llegará el empleo y luego el consumo".
Almudena Semur, gerente del Instituto de Estudios Económicos (IEE), resalta que en España "hemos saneado nuestro sistema financiero, pero en la eurozona hay muchas entidades que no están saneadas, ni suficientemente capitalizadas, lo que impide que crezca el crédito y que la política monetaria se transmita a la economía real. De ahí la importancia de los análisis a la banca que el BCE realizará tras el verano". Respecto a España, Semur descarta peligros inminentes de contagio, pues nuestro país "crece a mayor ritmo del esperado gracias a que ha hecho las reformas necesarias. La demanda nacional se recupera y creamos empleo".
A la directora de Estrategia en Inversis Banco, Marian Fernández, no le sorprenden las malas cifras. "Ya se preveían. En el caso alemán hay que mirar el dato semestral y no trimestral, pues al final hay un desplazamiento de crecimiento dentro de los trimestres", detalla, al tiempo que minimiza el contagio a España.
El BCE insiste: usará instrumentos no convencionales
Coincidiendo con el parón de la economía europea, el BCE revisó a la baja su pronóstico de crecimiento de la eurozona en 2014, hasta el 1 por ciento, y dejó en el 1,5 y 1,7 por ciento, respectivamente, el avance en los dos próximos ejercicios. Asimismo, y tras enunciar que los principales riesgos para el crecimiento del bloque son "el impacto de las tensiones geopolíticas en Ucrania y Oriente Medio, así como una demanda externa más baja de lo esperado de China y Estados Unidos", la máxima autoridad monetaria reiteró que "es unánime el compromiso de utilizar también, si fuera necesario, instrumentos no convencionales, para seguir contrarrestando los riesgos de un período de baja inflación demasiado prolongado".
Además, los expertos consultados por el BCE revisaron a la baja dos décimas los pronósticos de inflación de la zona euro, al 0,7 por ciento para el año. De momento, la tasa de inflación de la zona euro se situó en julio en el 0,4 por ciento, un porcentaje muy alejado del objetivo marcado por la entidad, que consiste en mantener las tasas de inflación en niveles inferiores, aunque próximos al 2 por ciento. Asimismo, en el boletín de la entidad, publicado ayer, los técnicos encuestados por el Banco Central Europeo disminuyeron sus previsiones de desempleo en la zona del euro para estos tres años. Ahora ven probable una tasa del 11,6 por ciento para este ejercicio, del 11,3 por ciento en 2015 y del 10,8 en 2016. Es decir, dos décimas menos que en la encuesta del mes de mayo.