Los grandes almacenes anuncian la vuelta al cole y los políticos celebran sus primeras reuniones. El verano se acaba para todos, el otoño se acerca y en las primeras tomas de contacto de los partidos una fecha está marcada en rojo: el 1 de noviembre.
Ese día, habrá elecciones autonómicas en Cataluña y los resultados que se recaben ese mismo día en las urnas decidirán en gran medida lo que sucede con la agenda económica del Gobierno en lo que resta de año.
Desde el futuro de los Presupuestos a las cuentas pendientes del Ministerio de Industria, pasando por las reformas estatutarias y el nuevo modelo de financiación autonómica, todo depende de Cataluña y de ese 1 de noviembre.
Primera víctima: los Presupuestos. En unas semanas, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, presentará sus terceras cuentas nacionales y ninguno de los tres socios de Gobierno que han colaborado en algún momento con el PSOE en esta legislatura se mostrará un aliado fiable hasta que no pasen los comicios de noviembre.
Lucha por la Generalitat
CiU, el último socio, aspira a la Presidencia de la Generalitat en pugna directa con el PSC y no puede mostrarse amable con su mayor enemigo en plena campaña electoral (los Presupuestos suelen aprobarse en primera lectura en el Congreso a lo largo de octubre).
Los otros dos tercios de la mayoría social de izquierdas y colaboradores en el tripartito catalán actual, ERC e Izquierda Unida, han salido bastante decepcionados del último periodo de sesiones en Madrid por ese acercamiento socialista a Convergencia y, sobre todo, por el pacto final que Zapatero alcanzó con el líder convergente, Artur Mas, para desencallar la reforma del Estatuto.
Ferraz no se preocupa
El enredo de odios y amores no parece preocupar, sin embargo, al PSOE. La secretaria de Política Económica de Ferraz, Inmaculada Rodríguez Piñeiro, se mostró especialmente optimista ante el panorama de apoyos parlamentarios que se le presenta a su partido para los Presupuestos.
En una entrevista a EP, subrayó que su partido "no tendrá ningún problema" en sacar adelante las cuentas de 2007.
Básicamente, la convicción de la portavoz económica socialista se basa en una cuestión de coherencia. Resulta que los próximos Presupuestos son muy similares a los de este año... y éstos fueron apoyados por ERC, IU y CC. Por lo tanto, y aquí viene la supuesta coherencia, los grupos no deberían cambiar tanto de opinión como para rechazarlos ahora. En cuanto a CiU y PNV, sus últimas adhesiones en las Cortes a distintas iniciativas insuflan más buenas vibraciones a Ferraz.
¿Las elecciones catalanas afectarán al proceso? Rodríguez Piñeiro cree que no tienen por qué contaminar, aunque admite que una campaña electoral añade varios puntos de tensión a las negociaciones políticas. Lo importante, señala la portavoz socialista, son las inversiones del Estado en Cataluña y su grado de compromiso.
El sucesor de Montilla
Segunda víctima: el Ministerio de Industria. El todavía titular de la cartera, José Montilla, presidió ayer la primera reunión del PSC tras las vacaciones. El ya proclamado candidato de su partido a la Generalitat anunció que para cuando Cataluña celebre su día -el 11 de septiembre- él no será ministro. Le sucederá otro político catalán, del que eludió adelantar el nombre -"porque corresponde a Zapatero decirlo", apuntó- y sobre el que hay pleno consenso en Moncloa.
Sea quien sea, el nuevo ministro de Industria se encontrará un campo de trabajos forzados por Ministerio: la OPA sobre Endesa no deja de enredarse, el debate sobre el futuro de la energía nuclear debe retomarse (incluyendo la decisión sobre el emplazamiento del cementerio atómico), la industria lamenta la ausencia de políticas en toda la legislatura, el sector de las telecomunicaciones recibió de uñas el traslado de la CMT a Barcelona y el comercio exterior es el gran lastre de la economía nacional.
Tercera y cuarta víctimas: las reformas estatutarias y la financiación autonómica. Tal y como dio por sentado el Estatuto catalán, la discusión sobre los nuevos estatutos -ahora viene el andaluz al Congreso- no pueden escindirse de la negociación sobre la financiación autonómica. Porque el objetivo casi único de cualquier reforma estatutaria es conseguir más recursos propios. Y el Consejo de Política Fiscal y Financiera -que es donde se reúnen todas las comunidades para dar su visto bueno al sistema- tendrá que conjugar aspectos tan enfrentados como que el Estado invierta en Cataluña según su peso en la economía nacional o lo haga en Andalucía según su población. Por mucho que quieran algunos gobiernos regionales, dos más tres nunca será cuatro.
Víctimas colaterales: el resto de las leyes económicas. En teoría, la reforma fiscal de Solbes debería entrar en vigor el 1 de enero de 2007. Decimos en teoría porque el proyecto de ley aún está en el Senado.
Otras leyes con impacto económico que lidiarán con el juego electoral catalán de aquí a final de año son la Ley de Dependencia, la de Igualdad o la de Contratos Públicos. Cualquiera puede encallar. Habrá que ver si el PSOE nos sorprende con una habilidad envidiable para el consenso o si, por lo que parece, habrá que esperar al 2 de noviembre. Cataluña decide.