
Los datos son claros: las mujeres ganan menos dinero que los hombres. En España un 22,9% menos, según el Gobierno; en EEUU la administración calcula que un 23% menos. Ahora bien, la razón no está clara. Una explicación habitual es que existe discriminación por razón de género y por ello los gobiernos suelen presentar cada cierto tiempo planes como el aprobado el pasado 7 de marzo en España. Sin embargo, la realidad puede ser más compleja.
Porque existen muchos factores a tener en cuenta para valorar esta brecha salarial por sexos. La familia, el tipo de carreras que eligen hombres y mujeres, el riesgo o la manera de afrontar el trabajo también cuentan, y mucho, a la hora de analizar estas diferencias en los salarios. Así lo explican los economistas Mark Perry y Andrew Biggs, pertenecientes al think tank conservador American Enterprise Institute, en The Wall Street Journal.
Y para sustentar su tesis ponen un dato sobre la mesa: las mujeres solteras que nunca se han casado ganan el 96% del salario de un hombre, según la oficina estadística del Departamento de Empleo de EEUU. Es decir, aquí la brecha de género se reduciría al 4%, muy lejos del 23% que arrojan las estadísticas a simple vista.
¿Por qué existe esta brecha?
Los economistas dan varias razones para explicar esta diferencia. En primer lugar, el número de horas trabajadas. En EEUU, según el Departamento de Empleo, los hombres tienen aproximadamente el doble de posibilidades de trabajar más de 40 horas a la semana. Y la relación es inversamente proporcional si hablamos de semanas de entre 35 y 39 horas. De hecho, una mujer que trabaja 40 horas semanales gana el 88% del salario de hombre que también trabaja 40 horas. Es decir, la brecha salarial se reduce al 12%.
La familia es otro gran componente a la hora de tener en cuenta las diferencias salariales, aseguran. Por un lado, al tener hijos las mujeres salen del mercado laboral temporalmente, lo que a la larga supone que acumulen menos experiencia que sus pares masculinos. Por otro lado, y relacionado con las horas trabajadas, las mujeres tienden a escoger trabajos con mayor flexibilidad horaria, y a mismas condiciones, los trabajos flexibles suelen pagar menos a sus empleados.
Otro factor importante es el tipo de carreras que se escogen. La educación cuenta incluso cuando hablamos de estudios superiores. Las mujeres suelen escoger carreras de letras, mientras que los hombres se decantan más por las finanzas y la ingeniería, que suelen estar mejor pagadas. Además, también cuenta la actitud frente al empleo: la American Association of University Women, organización centenaria que busca la igualdad, asegura que es cuatro veces más probable que un hombre negocie su salario que una mujer.
También hay que tener en cuenta el riesgo y los trabajos peligrosos. Este tipo de empleos suele pagar mejor para atraer a los empleados, y en la mayor parte de los casos suelen ser hombres. Y aquí además, el riesgo tiene un precio: el 92% de las muertes relacionadas con el empleo fueron de hombres.
Por ultimo, ambos economistas reflexionan sobre el hecho de que una discriminación negativa tan grande no tendría ningún sentido económico. Porque si realmente a igualdad de condiciones, las empresas pudieran pagar a una mujer un 23% menos que a un hombre, hace años que se habría producido una gran sustitución de trabajadores por trabajadoras, lo que habría reducido enormemente los costes laborales de las compañías.
En resumen, concluyen los autores que es difícil mantener la premisa que una mujer gana un 23% menos que un hombre si ambos hacen el mismo trabajo, trabajan el mismo número de horas, tienen la misma experiencia, la misma formación y con el mismo riesgo.