
Mariano Rajoy volvió ayer a ejercer de gallego. Ante la expectación generada por su propio partido, necesitado de mensajes atractivos ante la próxima cita electoral de las europeas, el presidente del Gobierno comprometió su palabra y aseguró que, a diferencia de lo que hizo nada más llegar al Gobierno incumpliendo su programa electoral, esta vez bajará los impuestos, aunque no concretó mucho sobre sus planes fiscales ni en contenido, ni en plazos. Así fue el discurso de Rajoy.
Durante el cierre de la Convención que reunió en Valladolid durante este fin de semana a más de 2.000 cargos y militantes de su partido, Rajoy aseguró que "ahora sí, como decía nuestro programa electoral, ahora puedo decir que haremos la reforma fiscal".
El presidente del PP explicó que es ahora, cuando empezamos a crecer, cuando más necesario es crear las palancas que fortalezcan la recuperación" y avanzó que las modificaciones que están preparando responden a "una reforma integral que estimule el crecimiento y el empleo, una reforma acorde con la modernización del país, con la eficacia que necesitamos en la recaudación y con los principios de solidaridad y redistribución. No es un mero retoque o un ajuste a la baja", afirmó.
El IVA se queda como está
Ayer, Rajoy apenas aportó mucho más de lo que había avanzado el día anterior, cuando habló de que "a partir del año que viene, comenzará una serie de bajadas sucesivas de impuestos a lo largo de varios años".
Es más, incluso enfrió las expectativas cuando advirtió que el nuevo sistema que "pretende dar flexibilidad al sector privado, estimular la actividad económica e incentivar el ahorro con un nuevo sistema más simple y equitativo" no "es un objetivo a corto plazo", por lo que la rebaja fiscal se dosificará en varios años. Sobre el IVA, del que Montoro había descartado cambios el sábado, tampoco hizo referencias.
Más allá de esto, Rajoy se dedicó a parte iguales a sacar pecho de las reformas realizadas y a repartir críticas contra el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, con el que estuvo especialmente duro.
Así, Rajoy recordó que cuando el PP ganó las últimas elecciones recibió un país "tambaleándose al borde la quiebra, con un "déficit insoportable del 9% y una tasa de paro que crecía de manera desbocada". "A partir de esa situación, nos arremangamos y acometimos la tarea, frenamos la caída, la detuvimos en seco. Y no solo detuvimos la ruina sino que logramos que España con sus propias fuerzas comenzó a caminar otra vez", dijo el presidente del Gobierno para enfatizar que las reformas emprendidas han actuado como "dique de contención".
Gracias a ese plan, explicó, se consiguió detener el "hundimiento", evitar el rescate y recuperar la confianza. "Al final los españoles nos hemos rescatado nosotros solos. Toda España cargó con el trabajo adicional de intentar que nadie quedara en la cuneta" y aunque muchos creían que la crisis iba a llevar a España por delante, al final es España la que se va a llevar la crisis por delante gracias al esfuerzo de todos los españoles".
Tras enumerar las mejoras conseguidas, "como demuestra la bajada de la prima de riesgo, la mejora de las exportaciones o la vuelta de los inversores", reconoció que la cifra de paro es "inasumible" y que todavía es necesario empujar", porque aún las familias no han percibido esas mejoras, aunque "dejarán pronto su huella en la lista de la compra".
Pero donde Rajoy fue implacable fue a la hora de hablar del líder de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba. Primero, reprochó las críticas a sus políticas de "los causantes del descalabro , los que pregonaban en falso los brotes verdes y los amaneceres luminosos". Y después se dirigió a quien fue "vicepresidente de un Gobierno que llevó a España a la ruina", al que criticó que "diga ahora que no se ha hecho "nada y que lo peor está por venir. Si además tú eres parte destacada en la causa de ese calvario, o te callas o reconoces el mérito de la gente", dijo.
Sembrar el desánimo
Rajoy insistió en que el PSOE no quiera reconocer lo que sí se reconoce fuera de España y acusó al principal partido de la oposición de "esclavo de sus propias consignas".
"No me importa que se critique, lo que me molesta es que se siembre el desánimo. Lo que pido es un poquito de respeto a las esperanzas de la gente", para recriminar a Rubalcaba que oculte a los ciudadanos "la verdad de la recuperación como antes le ocultó la del hundimiento".