
El contrato indefinido de apoyo a los emprendedores, nacido con la última reforma laboral, no tiene tanto de indefinido como indica su título (aunque contempla la posibilidad de prórrogas después del primer año). De hecho, la característica que más atrae a los empresarios a la hora de optar por él muestra que lo que realmente los seduce es ese periodo de prueba de 12 meses de duración, durante el cual se puede despedir sin indemnización.
Así, según los datos del Ministerio de Empleo, hasta agosto de este año de promedio el 82% de los contratos de este tipo que se firmaron en España se hicieron bajo renuncia de las bonificaciones fiscales que ofrece y que vetan el acceso a ese periodo tan prolongado de despido libre.
En efecto, esta nueva forma contractual, que ya lleva en vigor más de un año y que está a punto de extenderse a la modalidad del tiempo parcial, ofrece bonificaciones fiscales para las empresas de menos de 50 trabajadores que incorporen a a su plantilla a un menor de 30 años y/o a una persona que esté cobrando la prestación contributiva por desempleo.
En otras palabras, busca que los emprendedores acudan a pescar recursos humanos a los dos mayores caladeros que muestra el mercado laboral español: jóvenes y parados, sin dejar tampoco de lado a los que llevan largo tiempo en esa situación y tienen más de 45 años.
Ahora bien, en ambos casos, Empleo exige que la permanencia en la empresa de esas personas sea, como mínimo, de tres años para que las bonificaciones fiscales (las cuales pueden superar los 7.000 euros) se hagan efectivas; si no fuera así, habría que devolverlas.Pero la perspectiva de perder el derecho al año de posible despido sin indemnización los convence a la hora de renunciar a los beneficios fiscales.
De hecho, en provincias como Murcia, Las Palmas o Tenerife se hace así en el 90 por ciento de los casos. En las demás (siempre teniendo en cuenta que la estadística abarca a la mayoría de ellas, pero no a todas) la proporción en ningún caso baja del 69%. Y la tendencia va en aumento, y con celeridad, según muestran las estadísticas del departamento que dirige Fátima Báñez.
Una tendencia al alza
No en vano los datos hasta marzo pasado mostraban cómo el porcentaje de contratos para emprendedores que carecían de bonificación se situaba en el 56%. Ahora, con las últimas actualizaciones que los expertos de Báñez hicieron llegar al Congreso de los Diputados se han encaramado por encima del 80%.
¿A qué se debe esta tendencia? Fuentes del propio Ministerio de Empleo explican que, en primer lugar, no se debe perder de vista el hecho de que hay casos en los que no ha habido una renuncia a la bonificación, sino simplemente se ha dado la circunstancia de que el contratado no cumplía las condiciones para ser bonificado.
En segundo lugar, desde Empleo vienen observando que los empresarios tienden a mostrar un cierto "retardo" a la hora de tomar sus decisiones cuando se deciden por esta fórmula contractual tan nueva.
Dicho de otro modo, empieza a ser frecuente observar que los empresarios no se acogen en el primer momento al catálogo de deducciones que el contrato ofrece, y prefieren esperar antes de arriesgarse a hacer la efectiva tramitación.
Elevada tasa de renovación
Además, desde el Ministerio, hacen también hincapié en que la posibilidad de prorrogar un contrato de este tipo no se encuentra cerrada y que su tasa de mantenimiento, una vez pasado el año de prueba con despido sin indemnización, se encontraba por encima del 60% en el pasado mes de mayo.
Lo que pueda ocurrir en el futuro con una forma de contratación que es todavía joven solamente puede ser una incógnita y más ahora que su campo de aplicación va a ser más amplio, una vez que a partir del año que viene también podrá regir sobre el trabajo a tiempo parcial.
Precisamente, esa modificación ha puesto en guardia a los sindicatos, cuyos representantes temen que se esté abriendo discretamente la puerta a formas de trabajar semejantes a los denostados mini-jobs alemanes.
Desde Comisiones Obreras, consideran que a partir de ahora el contrato de apoyo a los emprendedores va a ser perfecto para imponerse en sectores con regulaciones de horarios que son, por lo general, laxas, como es el caso del transporte o de la gran distribución.
En estos ámbitos, apuntan, viene muy bien el trabajo a tiempo parcial, de unas pocas horas al día, cuando hay picos de actividad y no supone tampoco una ventaja menor el contar con un periodo largo para despedir sin que haya que pagar indemnización, ya que son oficios muy de temporada. La comparación con los mini-jobs se hace más plausible si se tiene en cuenta que, según las estadísticas alemanas, cerca de la mitad de este tipo de trabajos en miniatura tiene una duración de los doce meses, aunque sí haya casos en que contemplan el derecho a indemnización.