
Hace un par de años, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reconoció que el país estaba experimentando "problemas estructurales con la economía". Cierto es que las empresas y negocios a este lado del Atlántico han sufrido una transformación evidente en su intento por ser más eficientes. "Lo vemos cuando vamos al banco y utilizamos un cajero o cuando vamos al aeropuerto y podemos facturar electrónicamente", señaló el mandatario.
Sin embargo, como bien apuntaba la Reserva Federal la semana pasada en su Libro Beige, existe una insistente "dificultad para encontrar trabajadores cualificados". Una señal que pone en evidencia la brecha abierta en el mercado laboral de la mayor economía del mundo.
Al fin y al cabo, en el extenso tejido empresarial del país, el ansia por innovar ha conseguido reemplazar mano de obra por máquinas y robots. Un hecho que a su vez debería generar puestos de trabajo, ya que esta situación incrementa la producción de bienes y servicios, es decir, la expansión económica. Aun así, la situación es paradójica.
Cerca de la mitad, el 47% de los empleos en los Estados Unidos, están en peligro de ser "automatizado". En concreto, de los 702 tipos de puestos de trabajo que los economistas de la Universidad de Oxford, Carl Frey y Michael Osborne, analizaron en su último estudio, ese porcentaje corre el riesgo de ser totalmente sustituido por máquinas.
Las innovaciones tecnológicas de fabricación durante el siglo XIX sustituyeron gran parte de la mano de obra cualificada en industrias como la textil o la producción de herramientas.
A continuación, la revolución informática del siglo XX provocó la eliminación de puestos de trabajo con ingresos medios. "La próxima generación de ordenadores sustituirá durante las próximas décadas a los empleados de bajos ingresos, aquellos poco cualificados", estima el estudio. Entonces, ¿qué puestos de trabajo no van a desaparecer? Prácticamente aquellos que requieren de inteligencia creativa, como la ciencia y la ingeniería, o los que exigen una inteligencia social, como en la atención sanitaria, las artes y la educación.
Japón a la cabeza
A día de hoy, existen más de 250.000 robots operando en las fábricas de EEUU, una cifra sólo superada por Japón. De acuerdo con las Asociación de Industrias de Robótica, este año en América del Norte ha habido un crecimiento de dos dígitos en el número de robots que se venden en una variedad de industrias.
"Existen varios, estudios entre ellos uno elaborado por la Asociación de Industrias de Robótica que indica que por cada robot instalado se crean una media de 1,3 puestos de trabajo", explica a elEconomista, Rob Wilson, fundador de Robo Stox LLC, el primer indicador bursátil que recoge la evolución de las compañías involucradas en la creación de robots. "Lo peculiar de estos trabajos es que son empleos mejor pagados y cualificados, por lo que suelen beneficiar mucho más a la comunidad", añade, mientras asegura que, en cierta forma, "al robotizar ciertas industrias se impide que los empleos escapen a otros países".
El mejor ejemplo para esta situación es el de Marlin Stell, el líder mundial de canastas de acero. Esta compañía comenzó con una pequeña fábrica de tan solo 100 empleados, de los que más de la mitad se dedicaban a doblar los alambres de acero para crear el producto definitivo. Cuando la compañía implantó el primer robot, descubrió que la máquina podía asumir el trabajo de buena parte de la plantilla. "A día de hoy Marlin Stell vende canastas industriales a China, y no al revés, y se ha convertido en el líder mundial del negocio", indica Wilson. El sueldo medio de los empleados en cualquiera de las fábricas de Martin Stell asciende hasta los 90.000 dólares anuales.
"Todos nuestros clientes afirman que después de instalar uno de nuestros brazos mecánicos, los empleados ganan un mayor sentido de la responsabilidad y cierto entusiasmo", asegura Ed Mullen, presidente de ventas en EEUU de Universal Robots, una compañía cuyo objetivo es abaratar el acceso a los brazos robóticos para la pequeña y mediana empresa.
La situación con todo es paradójica. Según Erik Brynjolfsson, profesor de la Sloan School of Management del MIT, "la productividad está en niveles récord, la innovación nunca ha crecido tan rápido, y al mismo tiempo, los ingresos medios caen y tenemos menos puestos de trabajo. Las personas se están quedando atrás porque la tecnología avanza demasiado rápido y no pueden asumirlo".