
¿Y si el mundo en el que vivimos desde hace cinco años fuese la nueva normalidad? ¿Y si las condiciones de cuasi depresión van camino de mantenerse, no uno o dos años más, sino décadas? El economista Santiago Niño Becerra toma prestados todos estos interrogantes planteados por el Nobel de Economía Paul Krugman para analizar cuál será lo que él llama "la posición económica del futuro".
Esa posición, asegura en su blog de La Carta de la Bolsa, "va a estar un 20% o un 30% por debajo del pasado". ¿La razón? "El crecimiento habido en ese pasado ha estado basado en un sobreapalancamiento que no va a volver y en un desperdicio de recursos que se va a evitar a medida que vaya aumentando la productividad orientada hacia la eficiencia".
En su artículo, Becerra comenta un texto de Krugman recogido este fin de semana por El País, bajo el titulo ¿Una depresión permanente? Entre otras muchas ideas asegura no compartir una referencia relativa a que la crisis financiera ya ha quedado atrás. "Continúa habiendo un megamontón de liquidez que son meros bits de ordenador y que no tienen contrapartida en la economía real; además, el valor de un gran número de activos financieros sigue siendo el que se ha convenido que sea, no el que realmente es, empezando, por ejemplo, por la deuda pública de EEUU", escribe Niño Becerra.
"Totalmente de acuerdo", añade, con la idea recogida por Krugman de que "tenemos una economía cuyo estado normal es de una demanda inadecuada -cuando menos, de una ligera depresión- y que solo se aproxima al pleno empleo cuando hay burbujas que la mantienen a flote".
Se ha creado una capacidad productiva y un volumen de población activa que solo puede prácticamente plenamente emplearse cuando se "hiperconsume de todo financiándolo con hiperendeudamiento", es decir, cuando hay en marcha, al menos, una burbuja que genere mucha actividad, señala Becerra. "Sino, se produce una situación de subconsumo que pone de manifiesto un exceso de capacidad productiva y de factor trabajo, es decir, de sobreproducción".
"El planeta tiene y es capaz de diseñar y de construir unas capacidades de producción gigantescas de todo que no se corresponden con las capacidades actuales ni esperadas de la demanda de todo", concluye el economista. A eso añádase que cada vez se precisa de una menor cantidad de factor trabajo para producir las cantidades precisas de lo que haga falta.
Así pues, opina, "sobra producción y sobra consumismo porque, al margen de que el consumo hoy existente no es suficiente para absorber la producción actual y potencial, existe un excedente consumista considerando que los desperdicios ya no son contemplables. Si a eso se le quiere denominar depresión permanente, pues vale", sentencia.