
Familias y empresas aún tendrían que reducir su deuda en unos 82.700 millones de euros para volver a niveles previos a la crisis. Y esto es así, a pesar del notable esfuerzo de desapalancamiento realizado en los últimos años.
El tramo que resta, sin embargo, se prevé que se haga durante una larga etapa y el Fondo Monetario Internacional teme que su volumen, sobre todo el de las empresas, lastre la recuperación, traiga problemas adicionales a la banca y retarde la apertura del grifo del crédito.
El volumen de financiación de las empresas alcanzó los 1,023 billones en diciembre de 2006. En ese momento, la tasa interanual crecía a ritmos récord del 28 por ciento y aún no se percibían en España ninguno de los síntomas que desencadenaron la crisis económica.
Trayectoria descendente
En el mes de abril de 2009, en plena crisis, los nuevos créditos a las empresas ya habían empezado a disminuir, pero eso todavía no evitaba que el volumen de la cartera total de endeudamiento siguiera creciendo, ya que la nueva financiación obtenida era aún mayor que la amortizada o finalizada. En ese mes, la deuda de las empresas alcanzó un máximo de 1,322 billones, lo que suponía un aumento del 29,1 por ciento desde finales de 2006.
Desde ese punto, el volumen global empezó a ceder y según los últimos datos disponibles del Banco de España, los correspondientes al pasado agosto, la deuda se sitúa ahora en 1,078 billones de euros. Esto significa que se ha producido una reducción del 18,4% en los últimos 52 meses, más de 243.400 millones de desapalancamiento, pero que aún resta por hacer un ajuste del 5,37% para bajar la cifra en 55.034 millones y volver a los niveles previos a la crisis.
Según los datos del FMI, "tres cuartas partes de la deuda está en empresas que tienen un ratio de deuda sobre sus activos superior al 40%", lo que les sitúa en una muy débil posición para poder devolverla.
En familias, la tendencia de la deuda financiera es muy similar a la de las empresas. Según los datos del Banco de España, en diciembre de 2006, la financiación presentaba una tasa de crecimiento interanual superior al 20% y alcanzaba un volumen de 778.372 millones de euros. Su máximo lo alcanzó en noviembre del año 2008, cuando la cartera de financiación sumó 916.095 millones. Por entonces, la tasa de crecimiento ya se había reducido a algo menos del 5%.
Los últimos datos, los correspondientes a agosto indican que se ha producido una reducción desde los máximos de 2008 de unos 110.000 millones de euros, el 12%, para situar el saldo en 806.065 millones de euros.
Aunque la reducción es muy importante, el apalancamiento de las familias se mantiene todavía un 3,55% más alto que en los niveles precrisis, lo que quiere decir que la financiación a hogares todavía está 27.692 millones de euros más elevada que entonces.
En total, pues, empresas y familias han reducido su endeudamiento desde el punto más alto hasta ahora en unos 553.400 millones de euros, pero aún deben reducir la cifra de deuda conjunta en un 4,59 por ciento más para volver a los niveles previos a la crisis.
Dentro de la financiación que reciben las familias, la partida más importante corresponde a la vivienda. En la época de vacas gordas, cuando la política del BCE empezó a traer tipos de interés más bajos que la inflación y la liquidez parecía ilimitada, la financiación asociada a la vivienda crecía a tasas anuales del 25 por ciento.
En diciembre del año 2006, se moderó levemente, aunque a niveles que ahora nos parecen impensables, hasta el entorno del 20 por ciento. Entonces, el volumen de la deuda financiera era de 575.676 millones de euros.
Un 8% por ajustar
El punto más alto, con tasas de crecimiento ya inferiores al 1 por ciento, se registró en el mes de mayo de 2010, cuando el saldo alcanzó 680.524 millones de euros.
Ahora, con tasas negativas desde 2011 y que ahora superan el 4 por ciento, el volumen de financiación a la vivienda se encuentra en 620.800 millones de euros. Este saldo es un 7,8 por ciento superior al que había a cierre de 2006.
La Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, según recogía en el último número de Cuadernos de Información Económica, sostiene que este proceso de desendeudamiento será largo. Las vías naturales de reducción de la deuda, como la venta de la vivienda o la amortización anticipada de los préstamos, no parecen viables, según el análisis de Funcas, dada la alta tasa de desempleo y la disminución del valor de los inmuebles.
Tampoco en el caso de las empresas se vive un entorno propicio para reducir su deuda, que en muchos casos viene asociado a un proceso de reestructuración, ante la imposibilidad de hacer frente a los pagos por su peso sobre los activos o de ajustes internos de costes por una menor actividad.