
Irlanda calienta motores para emprender las negociaciones más delicadas en sus 97 años de historia independiente. Presentado el último Presupuesto de la era del tutelaje financiero, el Tigre Celta se encuentra en el umbral de salida, pero antes de cruzarlo debe acordar con sus acreedores la estrategia que regirá durante los primeros pasos de vuelta a los mercados.
El continuo cumplimiento de las responsabilidades impuestas por Unión Europea y FMI ha dejado una economía que, de momento, cuenta con la confianza de los inversores. Irlanda pondrá fin al programa de rescate europeo a partir del 15 de diciembre.
Las sucesivas subastas de deuda acometidas desde junio del pasado año confirman un saludable apetito por los bonos irlandeses, pero esta apetencia podría acabar en indigestión si no se cierra con éxito el capítulo de la intervención, un experimento sin precedentes en la Eurozona.
Cita con la Troika
Con los objetivos fiscales prácticamente garantizados, el ministro de Finanzas viaja esta semana a Estrasburgo para comenzar a analizar la hoja de ruta con la Comisión Europea y el BCE y el próximo lunes lo hará con el FMI en Washington. Irlanda ha hecho los deberes, pero esto no descarta fricciones sobre el plan de salida.
La cita más complicada será la de este miércoles en la capital de Alsacia. Si bien tanto Dublín como las autoridades comunitarias creen que no será necesaria una línea de crédito preventiva para actuar como colchón una vez el país camine por libre, la aquiescencia se quiebra cuando se trata de la recapitalización directa de los bancos a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE) a la que aspira Irlanda y se resiste Bruselas.
En el primer caso, y pese a la conformidad general, habrá que esperar al diagnóstico sobre el estado de las entidades financieras que actualmente analiza el Banco Central de Irlanda y que entregará a final de mes a la Comisión Europea y al BCE. Dependiendo del dictamen, Dublín podrá, o no, regresar con autonomía íntegra a los mercados.
Las posibilidades son elevadas: dado cómo ha venido evolucionando Irlanda y que "ha hecho lo que tenía que hacer", el titular de Finanzas alemán ha descartado que "vaya a ver ninguna necesidad" de una línea de crédito y su homólogo irlandés ha sugerido que el 15 de diciembre se saldará sin protección.
Salir del rescate
Aunque rechazar esta vía le impediría acceder al programa de Transacciones Monetarias Inmediatas del BCE, aún por estrenar, Irlanda se aseguraría una notable reducción del nivel de supervisión de la UE, dando al Gobierno el poder de reivindicar que, además de las finanzas, también ha restaurado la soberanía nacional.
Más complicada resultará la negociación para tirar del Mecanismo de Estabilidad para recapitalizar los bancos que en 2010 obligaron al país al oprobio de la intervención. Wolfgang Schaeuble no sólo considera la opción "no probable", sino que subraya que implicaría reformar la ley germana, una condición tan difícil como "un referéndum irlandés", o lo que es lo mismo, un recordatorio para el testarudo país que ha votado no en plebiscitos relacionados con la UE.
En Dublín, sin embargo, creen que el ministro de Finanzas alemán hablaba en clave interna, ya que las negociaciones entre el CDU de Angela Merkel y el SDP para formar gobierno se intrincaron por la actitud combativa de los socialdemócratas contra las prebendas irlandesas, incluyendo el jugoso 12,5% de impuesto de Sociedades.
La postura en la Isla Esmeralda es clara: la frágil posición de su economía justifica la necesidad de movimientos para aliviar su deuda. Después de que en 2012 recabase el compromiso de Bruselas de que sería tratada como un "caso especial", Irlanda quiere traducir las palabras en hechos.