
Estados Unidos entra hoy en su séptimo día de paralización del Gobierno federal sin que cesen las recriminaciones entre republicanos y demócratas por el límite de deuda. Mientras el plazo para alcanzar un acuerdo se acorta y la suspensión de pagos, que se produciría el próximo día 17 de octubre, aparece cada vez más cercano. ¿Qué consecuencias tendría un hipotético default de EEUU?
Ayer, tanto republicanos como demócratas realizaron declaraciones cruzadas desde diversos medios de comunicación, poniendo de manifiesto lo alejado de sus posturas. A su vez, encuestas realizadas entre los ciudadanos estadounidenses revelan que más del 70% de la población está en desacuerdo con que se condicionen el presupuesto y la deuda nacional a la reforma sanitaria.
La postura republicana condiciona los fondos y el incremento del techo de gasto a que se recorte el presupuesto destinado a la reforma sanitaria promulgada por el presidente Barack Obama en 2010, conocida como Obamacare. La reforma, que pretende ampliar la cobertura sanitaria a unos 40 millones de estadounidenses que hoy carecen de seguro, está considerada por una mayoría de republicanos como un plan ruinoso y una injerencia intolerable en los derechos individuales.
Esta oposición llevó al Gobierno a declarar la suspensión de funciones de varias agencias federal y a mandar a casa a unos 800.000 empleados públicos en todo el país el pasado martes. Una semana después, no sólo los funcionarios sin trabajo temporalmente, sino la población en general nota cada vez más los efectos del parón administrativo, en servicios concretos como la campaña de vacunación, el cierre de guarderías públicas, el retraso de los trámites migratorios, los chequeos de salud o simplemente los viajes turísticos.
Sin concesiones
Sin embargo, las declaraciones cruzadas muestran que por ahora ninguna de las dos partes enfrentadas está dispuesta a dar su brazo a torcer. "Estoy dispuesto a discutir en una conversación con el presidente", indicé el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien ha insistido en que no va a elevar el techo de deuda sin una "conversación seria sobre los problemas que están haciendo crecer la deuda".
Por su parte, el secretario del Tesoro, Jack Lew, advirtió de los graves daños para la economía de EEUU que derivan del cierre parcial del gobierno y los perjuicios aún mayores si no se incrementa el endeudamiento nacional autorizado por el Congreso. "El Congreso está jugando con fuego", aseguró, y añadió que Obama no negociaría hasta que "el Congreso haga su trabajo" de reabrir al gobierno y elevar el límite de endeudamiento del país.
Bloqueo y deuda son dos temas que comenzaron por separado en la Casa Blanca, pero se han fusionado debido a la presión del tiempo. Los republicanos en la cámara baja se han resistido a financiar al Gobierno para el actual año fiscal hasta que consigan algunas concesiones de Obama que retrasen o resten fondos a la Obamacare.
Además, una parte del partido republicano quiere una condición similar para aumentar el límite de endeudamiento. "Es hora de hablar sobre el problema del gasto", afirmó Boehner, incluyendo medidas para frenar los costes de los programas sociales como el sistema de Seguro Social para jubilados y Medicare, el plan de seguros médicos para los ancianos que opera el Estado.
Según un asesor demócrata del Senado, el aumento del límite de la deuda debería estar unido a una nueva iniciativa para reformar el código tributario de Estados Unidos y lograr así los ahorros a largo plazo en Seguridad Social y Medicare, cuyos gastos han crecido junto con la cantidad de jubilados.
Los legisladores republicanos han presentado otras ideas, como un aumento de corto plazo del límite de la deuda, lo que crearía tiempo para más negociaciones sobre los gastos y para más incertidumbre del mercado.