
Está ya claro que Estados Unidos está en recesión. Por eso, ahora mismo, la pregunta es la siguiente: ¿Será una recesión breve y superficial o una duradera y profunda? La respuesta es importante para todo el mundo, no sólo para Estados Unidos. Si la recesión es pasajera, en los demás países habrá una ralentización. Pero si es duradera, entonces se producirá una fuerte recesión también en otros países, como Reino Unido, Irlanda, Italia, España o Japón, amén de crisis financieras en las economías emergentes más vulnerables.
En teoría, la evolución de la recesión estadounidense puede plasmarse con cuatro letras: una V, una U, una W o una L. ¿Cuál es el escenario más probable? La mayoría de los observadores en estos momentos prevé una recesión del tipo V, es decir breve y poco incisiva, como la que se produjo entre los años 1990 y 1991 o en el año 2001, que duraron ocho meses cada una.
La crisis más probable
En general se cree que el PIB americano se reducirá en los primeros seis meses de 2008 y se recuperará en la segunda parte del año. A mi juicio, en cambio, es más probable una recesión del tipo U, es decir una recesión que dure entre 12 y 18 meses, que será una de las más duras de las últimas décadas, dado que, en la actualidad, las condiciones macroeconómicas y financieras son claramente peores que las de entonces.
En EEUU está en marcha la mayor crisis inmobiliaria desde la Gran Depresión de los años 30. Y no parece que vaya llegar pronto a su final. La construcción de nuevas viviendas bajó un 50 por ciento y las ventas cayeron un 60 por ciento, dejando tras de sí un exceso de oferta que impulsa los precios a la baja: una reducción del 10 por ciento hasta ahora y otra de un 10 por ciento que se prevé para este año o el siguiente.
Hasta ahora, ya se quemaron más de 1,3 millones de euros de riqueza y ocho millones de propietarios inmobiliarios acumulan pérdidas, porque sus casas valen menos que sus hipotecas. De aquí al año 2010, el descenso de los precios inmobiliarios llegará al 30 por ciento, con 4,2 billones de euros en pérdidas y 21 millones de familias (el 40 por ciento de las que están pagando hipotecas) en números rojos.
Si todos estos propietarios tuviesen que abandonar sus casas, las pérdidas para el sistema crediticio superarían los 639.800 millones de euros, con graves repercusiones sobre la solidez de todo el sistema bancario y financiero americano.
El corazón de la crisis
En 2001, las escasas inversiones de las empresas (que representan el 10 por ciento del PIB de Estados Unidos) acentuaron la recesión. Hoy, son los consumidores privados (70 por ciento del PIB) el corazón de la crisis. Los consumidores americanos no compran, no ahorran y tienen un superávit de deudas. Su endeudamiento es del 136 por ciento de la renta per cápita, como media.
Las pérdidas van desde las hipotecas subprime a las de primera categoría, pasando por las hipotecas comerciales y los créditos al consumo no asegurados (tarjetas de crédito, compra de coches o préstamos a estudiantes). El total de estas pérdidas financieras, incluidos los 680.000 millones del sistema crediticio, podría llegar los 1,08 billones de euros.
Ante estas cifras, EEUU corre el riesgo de tener que hacer frente a una recesión del tipo W, con una profunda caída. Un punto crucial es saber si los descuentos fiscales de los que los americanos se van a beneficiar desde mediados de este año van a transferirse al consumo -lo que daría un impulso al crecimiento en el tercer trimestre- o van a ser ahorrados. Dada la crisis actual financiera de las familias, es probable que un alto porcentaje de estos fondos sea utilizado para saldar las deudas personales (tarjetas de crédito, hipotecas o créditos al consumo).
La recesión tipo L, improbable
En cambio, parece improbable una recesión del tipo L, de larguísima duración, como la que sufrió Japón en los años 90. Tokio esperó casi dos años desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y financiera para adoptar una política monetaria fiscal expansiva, mientras Washington se movió con mucha más rapidez.
Además, mientras Japón pospuso durante años las inevitables reestructuraciones empresariales y bancarias, en América el impulso para cambiar es fuerte por parte de las personas individuales y por parte, sobre todo, del Gobierno.
En cualquier caso, EEUU se encuentra ante la peor recesión de las últimas décadas, con pocas esperanzas de un aterrizaje económico suave en el resto del mundo. Varias economías europeas se están frenando o entrando en recesión. China y el resto de Asia son especialmente vulnerables, dados sus vínculos comerciales con EEUU. Y las economías emergentes sufrirán serios contragolpes, cuando la recesión estadounidense y la ralentización comiencen a pesar sobre los precios de las materias primas.