Economía

España paga por los rescates europeos más de lo que ha recibido para la banca

  • La aportación a Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre sobrepasa los 42.000 millones
  • Los 41.400 millones para recapitalizar entidades aumentan la deuda pública

La solidaridad europea tiene un precio, y a España, como a todos los miembros del club, le toca pagarlo, máximo cuando nuestro país es aún la cuarta economía del euro. Eso implica, por ejemplo, que nuestra cuota de participación en los rescates de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre es la cuarta más alta, concretamente del 11,90% cuando se ideó el fondo permanente (Mede), que en la actualidad ha subido al 12,44%, pues los países rescatados no contribuyen al salvamento del resto, según matizan en el Ministerio de Economía.

Resultado: aunque las cifras no son fáciles de ajustar -en el propio Ministerio reconocen no tener el importe exacto-, la realidad es que los rescates le cuestan a España un mínimo de 37.281 millones de euros en bruto, contando tan sólo nuestra parte de cuota en el fondo. Es decir, sin contabilizar lo que en cada caso aporta el Fondo Monetario Internacional (FMI), ni el extra que supone buscar financiación en el mercado, ni el impacto de esos recursos que liberamos sobre la deuda pública.

Así las cosas, no es arriesgado decir que el cálculo real de lo que España acabará pagando por auxiliar a Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre superará los más de 41.400 millones que ha recibido de Bruselas para sanear la banca. Nuestro rescate financiero es un préstamo que hay que devolver, a un interés del 0,58%, según precisó el ministro de Economía, Luis de Guindos, en el Senado.

Además, esas ayudas a la banca han disparado el volumen de deuda pública de nuestro país, y aunque de momento Bruselas permite que no castiguen oficialmente el cómputo del déficit público exigido a España en 2012 -6,3%, que al final se ha deslizado hasta el 6,98%-, se generaron dudas al anunciar la Comisión Europea que, una vez incluido el rescate bancario, el déficit público español superaría el 10%.

Préstamos, no regalos

En contra de lo que pregona la opinión pública alemana -son los mayores paganos de la crisis del euro-, y pese a ser cierto que en términos absolutos son los que aportan más a los rescates, si se relaciona con la población resulta que un Estado tan pequeño como Luxemburgo paga más que Alemania. También es menor el esfuerzo germano que el de muchos otros países, incluida España , si la contribución se compara con el porcentaje del PIB de cada Estado destinado a este fin.

Además, la ayuda a los cuatro países intervenidos no son subvenciones ni regalos, sino préstamos acordados a tipos iniciales del 5%. Ello significa que ni España ni el resto asumen las deudas de los países rescatados, aunque, eso sí, participan en el riesgo de impago.

Hay que distinguir, además, entre el primer plan de ayuda a Grecia -acordado antes de crear los mecanismos de rescate- y los planes posteriores, que se aplicaron a Irlanda, Portugal, el segundo salvamento heleno y el actual de Chipre, todos ellos instrumentados y asegurados por los fondos de rescate y el FMI, esto es, la troika.

La primera inyección de recursos a Grecia, en mayo de 2010, se arbitró mediante préstamos bilaterales directos -a plazo de tres años- entre cada país y el Gobierno de Atenas, por una suma proporcional a la cuota de participación en el capital del BCE. En cambio, los demás rescates se hicieron mediante garantías que aporta cada Estado al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), para que sea éste quien busque financiación, que luego a su vez presta a los países.

Impacto sobre deuda

Por poner un ejemplo: los 6.295 millones que a España le costó el primer rescate de Grecia han aumentado la cifra de deuda pública de nuestro país, aunque no el déficit, pues los intereses que Atenas debe devolver son superiores a los que nosotros pagamos por la deuda, con lo que se compensaría el coste. Según Eurostat, el impacto en la deuda pública no llega al 1%.

En cuanto al Mecanismo Europeo de Estabilidad o fondo permanente (Mede), que entró en vigor en julio de 2012, reposa en una estructura de capital propio, suscrito por los países según su cuota en el BCE. Las dotaciones iniciales son consideradas como una toma de participación de los Estados, lo que implica que tendrán impacto sobre la deuda bruta de los países.

Por su parte, Eurostat trata este fondo de rescate como una "unidad institucional" independiente, lo que significa que su endeudamiento no consolida en la partida de deuda de cada Estado -como sí pasa en el anterior-. Ahora bien, a partir del momento en que se haga uso de ese capital para cubrir eventuales pérdidas en algún rescate, las sumas en cuestión deberán contabilizarse en el déficit público de cada país.

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