Economía

Los expertos piden para España un modelo sindical menos dependiente de lo público

  • Recomiendan seguir el ejemplo de los países escandinavos
Cándido Méndez, secretario general de UGT, junto a Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO. Foto: archivo.

En contra de lo que pudiera parecer, los últimos informes publicados por la Comisión Europea evidencian que la afiliación sindical ha ido perdiendo peso en toda Europa a lo largo de los últimos veinte años y con especial fuerza desde el inicio de la crisis en 2007.

Los expertos señalan, sin embargo, que modelos como el escandinavo continúan en auge y son un ejemplo a seguir por los países mediterráneos en general, y por España en particular. Entienden que es una "transformación necesaria" para que los sindicatos españoles sean más independientes y más transparentes.

Sindicatos de servicios

Sandalio Gómez, economista del IESE Business School y titular de la Cátedra SEAT de Relaciones Laborales, explica que los escandinavos son, fundamentalmente "sindicatos de servicios", lo que implica que se financian a través de esas asistencias o actuaciones (que no son solo jurídicas) y de las cuotas a sus afiliados. Gómez pone el siguiente ejemplo: cuando un niño nace en Dinamarca se le afilia a un sindicato, porque solo así podrá tener acceso a clubes deportivos, a campamentos, cursos y a todo tipo de servicios que irán aumentando cuando crezca y por los que el sindicato irá recibiendo fondos e implicándose más en el día a día de su sociedad. En Dinamarca, la afiliación ronda el 80%.

El modelo escandinavo, presente también en Suecia o Finlandia (ver mapa) dota a sus sindicatos de una mayor independencia y de más poder económico para representar a los trabajadores. Frente a este sistema, en la Europa mediterránea prevalece el de sindicatos con una "mayor carga ideológica y por un espíritu de confrontación con el poder político", caso de España, Francia, Portugal o Italia.

El peso de la ideología

Mientras esa característica se mantenga "será muy difícil que puedan encontrar otra vía para financiarse, porque su afiliación seguirá siendo muy baja". Gómez entiende que pese a ser un tema complejo "hay que plantear esa transformación".

En España los sindicatos ganaron peso con la Transición, fue entonces cuando se situaron en el centro de todas las grandes transformaciones, empezando por la socioeconómica. Más tarde, a partir de la reconversión industrial, la afiliación empezó a caer, lo que suscitó una preocupación por su subsistencia. Esa preocupación ha generado una enorme dependencia de los fondos públicos, ya sea vía Presupuestos Generales del Estado (PGE) o vía subvenciones.

Modelos intermedios

El movimiento sindical en Alemania se concentra en torno a la Federación Alemana de Sindicato (DGB), con un total de 6,8 millones de afiliados, que hacen frente a todos los gastos derivados de sus propias actuaciones, incluyendo, por ejemplo, los de las huelgas. Los sindicalistas alemanes aportan entre 20 y 30 euros al mes en concepto de cuotas, lo que supone en torno al 1% de su salario bruto.

En el caso germano, los expertos aprecian una enorme colaboración entre sindicatos, Gobierno y empresarios, como se evidencia en las medidas pactadas de formación y control del desempleo, para que los parados se mantengan activos a la hora de buscar un empleo.

Con todo, Alemania también ha vivido su propia crisis de afiliación: en el año 1991, tras la reunificación, 12 millones de trabajadores pagaban cuota mensual al sindicato.

En España las organizaciones sindicales representan a más de 7 de cada 10 trabajadores a través de la negociación colectiva, no sólo a sus afiliados, y ésta es una de las diferencias con el modelo existente en Reino Unido (su tradición se remonta a la Revolución Industrial) donde las trade unions luchan solo por sus miembros, de ahí que el porcentaje de afiliación sindical sea más alto. Según el último informe Trade Union Membership 2011, publicado por el gobierno británico, ese año había 6,4 millones de trabajadores afiliados a un sindicato, el 26% (frente al 32,4 por ciento de 1995).

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