Economía

El Gobierno confía en que el rescate y el banco malo reactiven el crédito en 2013

  • El volumen de los préstamos a las empresas ha caído casi un 50% desde 2008
  • La financiación a las familias españolas sufrió un recorte del 72% en cuatro años

El Gobierno está convencido de que España empezará el año que viene a ver la luz al final del tunel de la crisis, gracias, en gran medida, a la reactivación del crédito que se producirá, previsiblemente, una vez entre en funcionamiento el denominado banco malo. La entidad de nueva creación asumirá activos dañados por importe de unos 70.000 millones de euros, propiedad ahora de las entidades financieras, que al desprenderse de ellos podrán liberar importantes cantidades de recursos propios.

El Ejecutivo confía en que ese dinero, si no en su totalidad al menos en una parte sustancial, termine llegando a la economía real en forma de préstamos a empresas y familias, con el correspondiente efecto beneficioso sobre la evolución del Producto Interior Bruto. De ahí que el equipo económico del presidente Rajoy mantenga contra viento y marea su previsión de caída del PIB de sólo un 0,5% en 2013, pese a que la mayoría de expertos sitúa el recorte muy por encima, algunos incluso en el 1,8%.

El otro factor que influiría de manera definitiva en la imprescindible reactivación del crédito sería la solicitud de la línea de crédito preventiva al Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede). La petición del denominado rescate suave permitiría al Banco Central Europeo actuar de manera inmedita en el mercado sencundario comprando deuda española, lo que a su vez provocaría un descenso de nuestra prima de riesgo que fuentes cercanas al Ejecutivo calculan en un 50% respecto a su nivel actual (ayer cerró en 401).

De esta manera, nuestro diferencial con el bono alemán se situaría en el entorno, mucho más asumible, de los 200 puntos básicos, que según el FMI es lo que nos correspondería tener dados nuestros fundamentos económicos. Bancos y empresas podrían volver a financiarse con normalidad, el Tesoro colocaría sus emisiones a precios más razonables entre los inversores internacionales, que a su vez relevarían a bancos y cajas en la tarea de financiar a la administración, ya que hasta ahora eran estas entidades prácticamente las únicas compradoras de nuestra deuda.

La solicitud de rescate, en cualquier caso, tiene todavía muchos flecos pendientes, así que no parece previsible que se vaya a producir de manera inminente.

España sufre en estos momentos un auténtico credit crunch (fenómeno de contracción del crédito) que amenaza la supervivencia de una parte importante de nuestro sistema productivo. En el año 2007, el último que se puede considerar completo como de vacas gordas, las empresas españolas contrataron con bancos y cajas operaciones nuevas de crédito por importe de casi un billón de euros. En concreto, 990.527 millones de euros. En el ejercicio de 2011, esta cantidad había descendido hasta los 527.492 millones de euros.

El dinero, la auténtica gasolina que hace funcionar el motor de nuestras empresas, se ha reducido casi a la mitad en tan sólo cuatro años, con el consiguiente efecto sobre la actividad. Además, el recorte, lejos de cesar, se acentúa en lo que va de año 2012. Hasta agosto, el crédito nuevo contratado por las empresas alcanzaba la suma de 360.682 millones de euros.

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