
Alemania sigue avalando la no petición de rescate por parte del Gobierno español. La solicitud de salvamento al país es condición sine qua non para que el Banco Central Europeo compre deuda española y alivie las estrecheces financieras que nos oprimen, pero el Ejecutivo alemán vela por sus propios intereses políticos internos.
La canciller Angela Merkel quiere evitar tener que retratarse otra vez ante el Bundestag sobre una nueva petición de ayuda, con el correspondiente desgaste ante su electorado y sus socios. Así que, según fuentes próximas al Gobierno, sólo apoyará que el presidente Mariano Rajoy formule la solicitud si la prima de riesgo vuelve a poner nuestra financiación contra las cuerdas en cotas superiores a los 600 puntos básicos.
Es más, el Ejecutivo alemán no tiene solamente el escollo de enfrentarse a su Cámara Baja, sino que también habrá de rendir cuentas ante el BCE sobre los pasos dados en el vía crucis español. Por eso, quiere brindarle al presidente de la institución de Fráncfort, Mario Draghi, y al propio Bundestag una exhaustiva gestión del protocolo previo al rescate. Es decir, servir en bandeja a un Gobierno español maniatado con un paquete de medidas adicionales pendientes.
En consecuencia, prepara unas condiciones leoninas para España como contrapartida a esa eventual petición de rescate, de modo que los parlamentarios alemanes aprecien un nivel de exigencia proporcional al esfuerzo que supone añadir un nuevo rescate al haber de la crisis del euro.
¡Más que a Grecia!
Algo que pondría al Ejecutivo de Rajoy en la incómoda postura de afrontar un programa desproporcionado en relación con anteriores rescates, como los de Grecia, Irlanda y Portugal. Algo ante lo que, dentro de la lógica, se rebelaría entre la exclamación y la pregunta: ¿Me pedís más que a Grecia?
Para soslayar este posible desenlace en caso de un ataque fuerte del mercado, se baraja una fórmula de salvar a España sin que sea exactamente un rescate, de modo que el Gobierno prepare un programa de acción y pida ayuda al fondo permanente sin intervención del BCE.