Dos colosos frente a frente. De un lado, Mario Draghi. De otro, Jens Weidmann. Uno, banquero italiano que preside el Banco Central Europeo (BCE) desde noviembre. El otro, banquero alemán que está al frente del Bundesbank -banco central germano- desde mayo de 2011.
El primero aspira a volver a ser SuperMario para imponer un nuevo programa de compras de deuda pública por parte del BCE. El segundo también quiere ser SuperJens, en su caso desplegando sus alas de halcón de la ortodoxia para impedir que la institución monetaria vuelva a adquirir deuda.
Este choque de trenes marcará la reunión que el BCE mantendrá hoy en Fráncfort. En juego, nada más y nada menos que el futuro económico de España e Italia, con lo que, por extensión, también está en liza la supervivencia del euro. Porque Madrid y Roma estarán muy pendientes de los detalles que defina la entidad sobre el nuevo programa de compras para decidir luego si piden el rescate o no. Y es que, como ya anticipó Draghi en agosto, el retorno del BCE al mercado sólo se producirá si los países beneficiarios de esas compras piden antes la ayuda financiera de los fondos de rescate europeos y se someten a las condiciones pertinentes.
Marcando el terreno
Estos ingredientes, con el morbo del pulso entre Draghi y Weidmann, explican la expectación que envuelve la cita de hoy. Máxime, después de que a finales de julio el banquero italiano afirmara que la entidad iba a hacer "lo que fuera necesario" para salvar el euro. Ahora, tras el voto de confianza que el mercado ha depositado en el BCE durante un mes, ha llegado el momento de respaldar esas palabras con hechos.
Para preparar el terreno, Draghi se ha movido con habilidad para fundamentar su estrategia. Que Weidmann duda de la legalidad de las compras de bonos por parte del BCE... Draghi responde que la institución no acudirá a las subastas de deuda de los países, sino que adquirirá títulos a corto plazo -hasta tres años- en el mercado secundario; es decir, una vez que estos bonos ya han sido emitidos, con lo que no financiará directamente a los países, que es lo que prohíbe el Tratado de Lisboa. Que el Bundesbank considera que comprar deuda está fuera del mandato del BCE... el banquero italiano replica que "las excepcionalmente altas primas de riesgo y la fragmentación financiera impiden el correcto funcionamiento de la política monetaria". Vamos, que arrima los problemas de la deuda soberana, de origen fiscal, a su terreno, el de la política monetaria. Ya de paso, y de forma implícita, esa alusión a la "fragmentación" le sirve para recordar que entre las funciones de la entidad también figura "promover la integración financiera en Europa".
Alemania 'vive' en los detalles
Marcado el territorio, la clave residirá en los detalles del programa. Y dado que Draghi se va a salir con la suya en lo grueso -volver a comprar deuda-, es en los detalles donde la mano de Weidmann puede notarse. Para empezar, los analistas subrayan que en cierto modo ya es así, porque las nuevas compras vienen supeditadas a un rescate, con lo que los países que se beneficien de ellas pasarán a estar fuertemente controlados por Europa.
Por el momento, lo que se sabe es que el BCE sólo comprará deuda a corto plazo y en el mercado secundario. A partir de ahí, el mercado está a la espera de tener más información sobre seis asuntos adicionales: cuándo se pondrá en marcha el programa, si tendrá un volumen limitado o ilimitado, cuánto durará, si la entidad establecerá objetivos concretos para la rentabilidad de la deuda o de las primas de riesgo para guiar su actuación, si el BCE el mantendrá su derecho de cobro preferente sobre la deuda que compre y si esterilizará posteriormente esas adquisiciones.
¿Será tan categórico Draghi sobre estas cuestiones como le exige el mercado? En algunos asuntos, sí. De hecho, se espera que anuncie que las compras serán ilimitadas -para intimidar- y que luego se esterilizarán -para no imprimir euros y contentar a Alemania-. Pero en otros temas podría ser más ambiguo, para posible decepción de los inversores. "El BCE tiene muy claro lo que va a hacer, pero una de las herramientas fundamentales es la flexibilidad. Por eso creo que dirá lo que va a hacer, pero de forma vaga, sin comprometerse en fechas, cuantías o niveles, para así evitar, entre otras cosas, que el mercado ponga a prueba las fronteras que él dibuje", pronostica Alberto Matellán, de Inverseguros.
Si, en efecto, Draghi no resuelve todas las incógnitas, la decepción podría abrirse paso en el mercado. "Las expectativas sobre la reunión de hoy son altas, posiblemente demasiado altas", advierte Marie Diron, economista del Ernst & Young Eurozone Forecast. "Como el BCE vuelva a defraudar las correcciones están aseguradas", avisa Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio.
Más balas en la recámara
Consciente de que puede que no sea tan contundente como el mercado pretende, Draghi también podría recurrir a otras decisiones. Por un lado, no se descarta una rebaja de los tipos de interés desde el 0,75 por ciento hasta el mínimo histórico del 0,5 por ciento. En paralelo, podría reducir los tipos de la facilidad de depósitos hasta situarlos en niveles negativos -por debajo del 0 por ciento-. Por último, Draghi también podría reforzar la liquidez del sistema bancario, bien con un nuevo préstamo a largo plazo (LTRO), bien con la ampliación de las garantías que acepta para conceder financiación a las entidades.