Economía

El BCE se perfila como el supervisor de la banca europea

El presidente del BCE, Mario Draghi. Imagen: Archivo

La unión bancaria europea parece estar cada día que pasa un poco más cerca. La decisión final de su puesta en marcha podría tomarse durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, que se celebrará en Bruselas los próximos días 28 y 29 de junio. El rotativo germano Die Welt, que citaba fuentes diplomáticas próximas a la negociación, publicó ayer que los estados de la UE habrían llegado a un principio de acuerdo sobre su funcionamiento, según el cual el Banco Central Europeo (BCE) sería la autoridad que controlaría en el futuro a los bancos.

El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, tendría ya el sí definitivo de los 27 líderes de la Unión, que estarían dispuestos a cerrar el pacto en la cumbre para posibilitar la aplicación rápida del proyecto. En esta línea, y de acuerdo con las fuentes consultadas por Die Welt, el Consejo encargaría a la Comisión que presentara justo después del verano un proyecto de ley para que la supervisión bancaria fuera una realidad lo antes posible.

Lo más importante, además, es que la introducción de la medida sería la primera piedra - y hasta ahora la más concreta- de una reforma mucho más profunda que los líderes de las instituciones europeas propondrían durante la reunión. La semana pasada se supo que existía ya un primer borrador confidencial de las conclusiones de la misma, dirigido solamente a los diplomáticos y funcionarios que preparan el encuentro, en el que se trazaba la "hoja de ruta" de la unión bancaria. Ayer por la tarde, la agencia de noticias Reuters aseguró, sin embargo, que algunas fuentes presentes en la cumbre de ministros de finanzas de Luxemburgo habían desmentido cualquier plan de este tipo, admitiendo tan sólo que "algunos estados están pensando en dicha posibilidad".

El gran defensor, Mario Draghi

Uno de los máximos defensores de la integración bancaria es el presidente del BCE, Mario Draghi, que ha admitido de forma reiterada que el proyecto está ya en marcha, manteniendo conversaciones bajo el paraguas de este objetivo con la Comisión, el Consejo Europeo y el Eurogrupo. "Esta es la contribución más importante al crecimiento que nuestros líderes pueden hacer. Se traducirá en una caída de las primas de la deuda soberana y se limitará la aversión al riesgo", sostuvo el pasado 30 de mayo.

Para Draghi, si se logra cerrar un acuerdo, éste debe estar basado en tres pilares fundamentales: la creación de un sistema europeo de garantía de depósitos, similar al que existe en cada uno de los Estados miembros; la creación de un fondo común de resolución para liquidar las entidades sistémicas y una mayor centralización de la supervisión financiera.

Que Draghi lo desea resulta evidente, pero hay que salvar antes varios escollos. El más importante está en saber cuál es el perímetro de la unión. Es decir, si afectará a los 27 Estados de la UE o tan sólo a los 17 miembros que integran actualmente la eurozona. Y, en segundo lugar, si el supervisor debe ser el BCE o la Autoridad Bancaria Europea (EBA, de acuerdo con sus siglas en inglés). Alemania, que cuenta con el apoyo de Francia, es partidario de la integración de todos los países y de que el poder recaiga finalmente en el BCE. Pero el Reino Unido, que no desea ceder soberanía de modo alguno, y que posiblemente decida no participar, es reacio y se muestra partidario de que el supervisor sea la EBA, el organismo con sede en Londres y que, pese a no tener hasta ahora ninguna capacidad ni de sanción ni de ejecución, se ha encargado de realizar los test de estrés a la banca. Todo, quizás por el temor entre los británicos a que el BCE esté demasiado influenciado por el Bundesbank y que, bajo su aval, su independencia quede en entredicho.

Los detractores de que la labor de control recaiga en el Banco Central Europeo insisten, asimismo, en que esto supondría un aumento muy significativo de su poder, que podría comportar un importante riesgo de conflicto de intereses, ya que se encontraría, a un tiempo, con las labores a última instancia de prestamista de los bancos, y de supervisor de los mismos. Y eso sin olvidar que, entre sus críticos, hay quienes alegan también que la medida supondría tan sólo un salvavidas para los países que necesitan dinero rápido y directo para sus bancos, porque ahora todavía son los estados quienes deciden sobre las mismas.

Garantías de depósitos conjuntas

La información de Reuters recordaba ayer, por otro lado, la postura contraria de Alemania a la responsabilidad conjunta de los problemas de los bancos y las garantías de depósito colectivas. Sea como fuere, la puerta parece más abierta que nunca. Y hasta el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha defendido tanto la posibilidad de este acuerdo, como de uno más amplio.

"Europa contará en breve con una política fiscal común. Llegará más rápido de lo imaginable hasta hace poco", llegó a decir el pasado jueves. Es un hecho de vital importancia porque otra de las dudas que se plantea está en las consecuencias fiscales ligadas a las decisiones de un regulador supranacional de reestructurar o incluso cerrar un banco. Sobre todo, porque el BCE no tiene mandato en materia de fiscalidad, por lo que salvo que se acuerde una política común, tal y como sugiere Schäuble, lo lógico sería que, frente a éste, se confiriera más poderes a la EBA, que responde tanto a la Comisión como a los parlamentos europeos. Si se opta así finalmente por el BCE, se dejaría prácticamente sin funciones a la EBA, que de acuerdo con sus actuales estatutos es una autoridad para los Veintisiete, no sólo para los diecisiete miembros que integran la eurozona.

A la espera de realizar los próximos test de resistencia a la banca, previstos para 2013, la Autoridad Bancaria Europea, vela ahora principalmente porque se apliquen las nuevas normas internacionales de solvencia y de liquidez (Basilea III), que serán consideradas estándares de aquí a finales de año.

Las piezas parecen así esbozadas ya sobre la mesa y tan sólo queda por definir las soluciones a los últimos interrogantes. Una vez superados los frenos políticos y legales, aclarados el papel que jugarán tanto la EBA como el BCE, y cuántos países, compartan o no el euro, forman parte de la unión bancaria, ésta empezará a ser una realidad. Todo indica que es ya sólo cuestión de tiempo.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky