El modelo austriaco de indemnización por despido no garantiza per se una merma de los costes laborales para el empresario, según diversos expertos consultados por elEconomista. Por ello, la implantación en España de este fondo de capitalización individual para el trabajador se pospone tantas veces como se plantea. Estuvo en la mesa del Ejecutivo socialista y ahora se baraja como una vertiente más de la futura reforma laboral. En plena crisis económica, con oleadas de nuevos parados, con sempiternas peticiones patronales de recorte en las cotizaciones y cuando los altos costes laborales persisten en constituir un freno a las nuevas contrataciones, resulta difícil vender políticamente un alza más de las cargas empresariales.
Ventajas y pegas de 'la mochila'
El sistema austriaco es un fondo de capitalización que se dota mes a mes para acumular poco a poco una futura indemnización. A imagen y semejanza de un seguro o de una provisión -indica el director general del IEE, Joaquín Trigo- permite al empresario ir apartando pequeñas cantidades para evitar un desembolso extemporáneo y gravoso en el momento de la contingencia: la salida del trabajador. Se le denomina la mochila porque el empleado carga a su espalda el capital acumulado independientemente donde trabaje. Se lo lleva con él si cambia de compañía y lo dispone en todo o en parte en caso de abandono de su puesto o de formación para el reciclaje. Si no ha sido utilizado, al final de la vida laboral permanece intacto.
Este sistema se implantó en Austria en 2003 y su impacto aún no ha sido evaluado de forma exhaustiva -indica el director del Instituto Internacional Cuatrecasas de Estrategia Legal en Recursos Humanos, Fernando Moreno Piñero-, quien añade que hay que tener en cuenta también que su extrapolación al mercado de trabajo español no guardaría paralelismos: Austria es un país de menor población y con un sistema de protección al desempleo menos desarrollado, aduce Moreno.
En cualquier caso, a priori no se puede estimar su impacto en las cargas empresariales, indica. Para ello habría que saber si afectará a todos los empleados, sean indefinidos o temporales, o sólo a los nuevos contratos, o cuál será el porcentaje que se vaya dotando (en Austria es el 1,56%), o si se acompañará de alguna rebaja en las cuotas empresariales a la Seguridad Social. Grosso modo y en una estimación llena de salvedades, Moreno remite a algunos modelos que cifran su sobrecoste para el empresario en alrededor de dos puntos de cotización, a razón de 3.500-4.000 millones por cada punto.
Precisa medidas adicionales
El profesor de la Universidad de Oviedo y analista de Fedea, Florentino Felgueroso, añade más factores de incertidumbre sobre su efecto en los costes laborales que soporta el empresario. No es lo mismo que se implante de forma pura que con alguna flexibilización. De hecho, Felgueroso apuesta por un modelo híbrido que sea acompañado de un contrato único con indemnización por despido creciente, y añade que un factor clave sería el diseño de la transición de modelo así como la introducción de un bonus malus que penalice vía cotización a las empresas que recurran con más intensidad al despido para evitar que se produzcan incentivos erróneos con igual coste para todos.
Según una simulación de Fedea, elaborada por Felgueroso, José Ignacio Conde-Ruiz y José Ignacio García Pérez, el modelo puro elevaría del 2,81 al 3,08% el peso de los costes de despido sobre el coste laboral total. Sin embargo, su diseño con contrato único e indemnización creciente puede operar una rebaja del 2,81 al 2,74%, dependiente de los días de indemnización y su variabilidad.
El profesor del IESE Sandalio Gómez sentencia el espíritu de este modelo: sin una bajada de cotizaciones simultánea, añade un coste más a la empresa.