
La única herramienta para ganar competitividad es la moderación salarial. Y, pese a que los sindicatos rechazan el hecho de vincular los salarios a la productividad de las empresas, se han logrado algunos avances.
Los representantes de los trabajadores han dejado a un lado su máxima de respetar el acuerdo ya firmado en 2010, que establece un alza salarial de entre el 1,5 y el 2,5% en 2012, y han cedido en volver a establecer dicho porcentaje.
Se trataría de negociar un pacto salarial para los próximos tres años (2012, 2013 y 2014) que apueste por la moderación salarial. En general, se repetiría el esquema del anterior acuerdo trienal (2010-2012) que consistía en moderar salarios durante los primeros años para recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores al final del acuerdo, cuando la economía mejore y las empresas puedan asumir alzas salariales superiores.
Actualmente, sobre la mesa de negociación, los sindicatos han colocado un alza inferior al 1% para este año. Esta propuesta es mucho más baja de la que los representantes de los trabajadores mantenían antes y que apuntaba a revisar los sueldos en relación al crecimiento de inflación. Pero también es más elevada que la petición empresarial de mantener congelados los salarios durante, al menos, los próximos dos años.
No obstante, para llevarlo a cabo, los sindicatos también piden que en el acuerdo se contemple la moderación de los salarios de los directivos. El problema que hubo en el anterior pacto es que fallaron las perspectivas económicas. Los agentes sociales preveían recuperar el ritmo de crecimiento económico ya en este año, 2012.
Indexación salarial
Pero los empresarios no sólo querían moderar los salarios para los próximos años, sino reformar el sistema de revisión salarial. Su intención era trasladar la petición que hizo la canciller alemana, Angela Merkel, en su visita a España en febrero de 2011: desligar los salarios del IPC y vincularlos con la productividad. Los sindicatos han rechazado de lleno esa propuesta, a pesar que en muchas empresas e incluso convenios sectoriales se están introduciendo variables que miden la productividad empresarial.
Lo único que las organizaciones de CCOO y UGT han aceptado es vincular los salarios con la inflación subyacente. Aunque la intención de la patronal era intentar desindexizar los salarios, vincularlos a la inflación subyacente al menos moderará algo los salarios y a su vez la propia inflación.
El IPC subyacente es el indicador que refleja la evolución de los precios de los bienes menos volátiles. Para calcularlo, se prescinde de la energía (gasolina, electricidad, gas..) y de los alimentos frescos. De este modo, su tasa de crecimiento es mucho más moderada que la del IPC normal. En noviembre, el último dato que el INE tiene disponible, la inflación subió en términos interanuales un 2,9 por ciento, mientras que el IPC subyacente lo hizo un 1,7.
Una diferencia de más de un punto que provocará una moderación a largo plazo. No obstante, los agentes sociales todavía tienen que aclarar si esta modificación será permanente o tan sólo se aplicará en un periodo transitorio y si las cláusulas de revisión salarial, que se utilizan para que no se pierda poder adquisitivo, se regirán por la subyacente o por la inflación normal.