Economía

Así será el nuevo almacén nuclear de Cuenca

Una inversión cercana a los 600 millones, ingresos por unos 2.000 millones, más de 300 empleos y un centro de investigación se ubicarán en el municipio de Villar de Cañas.

El Consejo de Ministros ha tomado la decisión. Después de esperar más de cinco años, los residuos nucleares de alta actividad y otros materiales procedentes del desmantelamiento de las centrales españolas irán a parar al municipio conquense de Villar de Cañas.

El Almacén Temporal de Combustible se trata de una instalación donde se gestionará de forma segura y centralizada, como se hace ya en otros países desarrollados, los residuos de alta actividad.

El municipio de Villar de Cañas y los que se ubican en un radio de 20 kilómetros se frotan ya las manos pensando en la fabulosa inversión que está por llegar en los próximos cinco años.

La Empresa Nacional de Residuos (Enresa) invertirá alrededor de 540 millones de euros en la construcción del ATC y el Ayuntamiento y los pueblos de alrededor se repartirán entre el 5 y el 25 por ciento de los restantes casi 2.000 millones de euros, dependiendo de criterios de población y cercanía a las instalaciones.

Este dinero proviene de un fondo público que se acumuló con una parte de la factura eléctrica que, durante veinte años, han pagado los consumidores en el recibo de la luz. Inicialmente, se pensó que su destino sería el futuro desmantelamiento de las centrales nucleares y la gestion de los residuos radioactivos; pero en el 2005 el Gobierno designó a las compañías eléctricas propietarias de las centrales nucleares como responsables de sufragar esos gastos.

La Ley de Economía Sostenible incluye también una enmienda para que el futuro ATC pague la tasa por la prestación de servicios de gestión de residuos radioactivos generados, de igual forma que ya lo hacen las centrales nucleares y que han visto como en los últimos cinco años han triplicado la cantidad que destinan a impuestos.

Además del dinero que entrará producto de la construcción del almacén, se espera que se generen al menos 300 empleos durante los primeros cinco años.

Su funcionamiento garantizará más de un centenar de puestos de trabajo estables durante los 60 años que tendrá de vida útil el almacén.

Otro de los beneficios será el Centro Tecnológico Asociado al que estará integrado el ATC. Este complejo industrial, en el que se in- vertirán otros 160 millones de euros, potenciará programas de investigación, desarrollo e innovación. En un primer momento, el centro tenía prevista la construcción de un reactor experimental, pero aquel proyecto se aparcó después de desvelarlo elEconomista, para reconvertir el centro en un área de investigación del reprocesamiento de combustible.

Esta comarca conquense contará también con un vivero de empresas, dirigido a la proyección y a la formación especializada de la industria local y que podrán instalarse alrededor del ATC, tal y como ya ocurre en zonas con instalaciones similares en Holanda.

Necesario

Desde los años sesenta, los residuos nucleares de baja y media actividad se han recogido en el Almacén Centralizado El Cabril, en la provincia de Córdoba, pero sus características no permitían que se pudieran enviar allí los de alta actividad, porque estos tienen otras condiciones físico-químicas y su proceso de almacenamiento es totalmente distinto al que puede brindar el diseño de El Cabril.

Por otra parte, cada central nuclear ha estado guardando sus propios residuos en zonas de contención especiales llamadas piscinas. Su nombre se debe a que están llenas de agua para enfriar el combustible gastado, que mantienen una temperatura de hasta 400 grados. Sin embargo, muchas estaban casi saturadas y hacer un almacén para cada central era 2,5 veces más costoso que construir este almacén centralizado.

Pero el problema no acababa ahí. Al término de la vida operativa de los reactores nucleares españoles, estimada en 40 años, se habrán generado cerca de 20.000 elementos de combustible gastado.

Esto equivale a unas 6.700 toneladas de uranio, plutonio y otros productos generados a raíz de la fisión de átomos que tiene lugar en esos reactores y que transforma el combustible en material irradiado de alta actividad, que no desaparece y que debe ser vigilado.

"El número de reactores en desmantelamiento crecerá rápidamente a partir del 2010 y tendrá un máximo en torno al año 2015 que se mantendrá durante una década, hasta el 2025", había advertido la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) años atrás.

Pero quizás el problema más agobiante era el económico. Tras el cierre de Vandellós, a finales de los ochenta, se enviaron sus casi 680 metros cúbicos de desechos a Francia. El contrato decía que España debía recuperarlos antes de enero de 2011, en un período de cinco años, pero el retraso en la puesta en funcionamiento de este proyecto ha hecho que España tenga que hacer frente a un sanción económica.

Por cada día extra que los franceses custodiaran los desechos, el país tendría que pagar 64.900 euros. Así, el retraso de dos años en la construcción del ATC le ha costado a España más de 26 millones, tal y como ha venido denunciando elEconomista.

Una larga discusión

Llegar al Consejo de ministros de ayer ha implicado un camino largo y tortuoso. La idea de crear el almacén nació en el 2006. Ese mismo año se inició la convocatoria pública para que los municipios que lo deseasen pudieran optar a albergar el emplazamiento. Se recibieron candidaturas de trece municipios, acompañadas de 14.420 escritos de alegaciones. Un informe, realizado por la Comisión Interministerial del ATC resolvió que Zarra, en Valencia, era el candidato idóneo. Sin embargo, críticas de diversos sectores terminaron por socavar la decisión, a la que se le atribuyeron motivos políticos, pues se consideraba que Ascó, en Tarragona, técnicamente era el mejor lugar y además contaba con el apoyo del lobby de municipios con nucleares.

El Almacén Temporal Centralizado es una instalación industrial de aproximadamente unas dimensiones de 283 x 78 x 26 metros, que ocuparía 13 hectáreas. Consta de cinco espacios principales que reúnen en el mismo recinto el proceso integral para la gestión óptima de estos materiales. La tecnología empleada asegura el confinamiento mediante una ventilación por bóvedas y un aislamiento de hormigón.

En la instalación se gestionan de forma integral estos materiales. Se reciben, descargan, se preparan y se introducen, acondicionados, en cápsulas de acero inoxidable.

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