Economía

El plan de estímulo fiscal no parece ser tan bonito como lo pintan

Ayer todo eran parabienes y celebraciones: la Casa Blanca y el Congreso -con mayoría demócrata- se pusieron por fin de acuerdo para lanzar el plan de estímulo fiscal por el que habían clamado Bernanke y numerosos economistas. Es una gran noticia, porque el acuerdo -alcanzado tras duras negociaciones- era imprescindible para poner en marcha el plan. Y Wall Street lo bendijo prolongando su rebote. Miel sobre hojuelas.

Pero no todo es tan maravilloso como parece. Algunos comentaristas creen que es poco ambicioso y llega demasiado tarde. Ayer mismo se alzaron las primeras voces críticas, que consideran que el plan es demasiado pequeño para la gravedad de la situación económica, y además llega muy tarde. Como las bajadas de tipos.

El grueso del plan, 100.000 millones de dólares, consiste en devoluciones de impuestos a los contribuyentes, a razón de 600 dólares para los individuos, 1.200 para las parejas y 300 dólares adicionales por hijo. El problema es que los contribuyentes pueden decidir no gastar ese dinero, que es lo que pretende la medida, sino ahorrarlo. De hecho, es lo que ocurrió con la medida similar adoptada por Bush en 2003, según 'The Wall Street Journal'. Ayer mismo, una encuesta en la web del periódico arrojaba que el 30% piensa usar el dinero para reducir deuda, el 17% lo meterá en el banco, otro 17% pretende invertirlo y sólo el 16% va a gastárselo.

Además, el impacto será mucho más relevante para las rentas medias que para las bajas (aunque hay un cheque de 300 dólares para los que no pagan impuesto de la renta pero sí la retención de sus salarios, más del 70% de las ayudas irán a los que sí lo hacen), que son las más vulnerables a la recesión.

Los demócratas no han podido incluir algunas de sus propuestas dirigidas a las clases más pobres, como vales de comida o una ampliación del seguro de desempleo. Y se da la circunstancia de que algunas instituciones, como la Oficina Presupuestaria del Congreso o la web Economy.com (propiedad de Moody's), consideran que estas dos medidas serían las más eficaces en la situación actual.

Un plazo demasiado largo

Luego está el asunto del tiempo. Los primeros cheques no empezarán a enviarse hasta junio como muy pronto, es decir, dentro de seis meses. John Fout, corresponsal político de 'TheStreet.com', considera que será demasiado tarde si efectivamente la economía ya ha entrado en recesión.

A su juicio, "lo que el Congreso debería hacer es autorizar una devolución inmediata para asegurarse de que los cheques se envían inmediatamente después de que el plan sea aprobada por las cámaras (también tiene que pasar por el Senado). La economía necesita el estímulo ahora, no dentro de seis meses". Y añade: "Si la economía tuviera tiempo de sobra, entonces el Gobierno podría limitarse a esperar que las bajadas de tipos de la Fed tengan efecto".

Los otros 50.000 millones del plan son rebajas de impuestos a las empresas, básicamente al permitirles amortizar de golpe el 50% de sus inversiones en equipamiento nuevo. Ahora bien, también hay quien considera que esa medida es ineficaz porque la inversión no sólo depende del coste del capital, sino de la rentabilidad. "Impulsar la demanda estimularía las ventas y la inversión mucho más eficientemente que las subvenciones directas a la inversión", opina Howard Chernick, profesor del Hunter College.

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