El ultimátum de los líderes europeos, con rumor de rescate incluído, no consiguió ayer que los partidos que apoyan al Gobierno de Silvio Berlusconi se pusieran de acuerdo.
El primer ministro italiano pasó ayer todo el día intentando convencer a los autonomistas de la Liga Norte para aprobar una reforma de las pensiones, un esfuerzo que no produjo resultados y que retrasó varias horas el Consejo de Ministros previsto por la tarde.
Según las informaciones que ayer circulaban, los autonomistas amenazaron con salir a la calle en contra del primer ministro en caso de subida de la edad la jubilación, uno de los puntos claves de la agenda de reformas impuesta por Bruselas.
Ayer noche, el Gobierno transalpino sólo había salido un comunicado de Berlusconi en el que el mandatario defendía su acciones declarando que "nadie en la Unión puede dar lecciones" a Italia.
Una situación difícil que amenaza el acuerdo que hay sobre otros puntos del plan de crecimiento que Berlusconi lleva más de un mes anunciando. A parte de las pensiones, las informaciones que han trascendido del Ejecutivo apuntan a nuevas liberalizaciones (también en campo laboral, como pide Bruselas). Y a la venta de inmuebles públicos para aliviar las cajas vacías de los gobiernos locales.
Podrían entrar en el plan nuevas iniciativas fiscales, parecidas a la última amnistía a quien ha repatriado capitales de paraísos fiscales. Medidas que no son estructurales como pide Bruselas, pero que podrían ayudar a aumentar la recaudación. Berlusconi lo dejó claro la semana pasada: "Falta dinero, algo nos inventaremos".
Su creatividad tiene como fecha límite el miércoles, cuando tendrá que presentar a los socios europeos un paquete creíble de medidas. Por esto, frente a los roces en la mayoría de Gobierno, los partidos de la oposición avanzaron una propuesta: votarían las medidas necesarias para salvar Italia a cambio de la dimisión de Berlusconi
El primer ministro, según sus oposidores, es incapaz de llevar a cabo las reformas necesarias y ha perdido totalmente su credibilidad.
Italia está al borde del rescate
