El sistema bancario europeo no gana para sustos. El último es que en los próximos días se puede llevar la crème de la crème de la banca francesa: BNP Paribas, Société Générale y Crédit Agricole.
La agencia de rating o calificación de riesgos crediticios Moody's podría dar el paso en los próximos días de rebajar la nota de solvencia concedida a estas tres entidades, por su grado de exposición de la deuda pública de países al borde de la quiebra como Grecia. El efecto que tal degradación puede generar en medio del actual nerviosismo de los mercados es casi mejor ni imaginárselo.
Según las informaciones desveladas este fin de semana por el rotativo estadounidense The Wall Street Journal -una de las biblias de los inversores internacionales- la posible degradación es mucho más que una simple especulación. La agencia de calificación Moody's colocó el pasado 15 de junio la nota de las citadas tres entidades bancarias de nuestro país vecino en cuarentena, es decir, bajo vigilancia negativa y con posibilidades de rebajarlas.
Tres meses en cuarentena
Y dado que los tiempos con los que los evaluadores de la agencia trabaja tradicionalmente se miden en periodos de tres meses, la decisión fatídica de degradar o el alivio de mantener la nota de BNP Paribas, Société Générale y Crédit Agricole debe estar al caer.
Siempre según The Wall Street Journal, Moody's advirtió a mediados de junio que la calificación crediticia de BNP Paribas y Crédit Agricole podría descender un escalón, mientras que la de Société Générale podría bajar dos niveles. El efecto sobre los mercados podría verse amortiguado por el hecho de que las notas atribuidas por Moody's a estas entidades es superior a la nota concedida por las agencias de rating competidoras: Standard and Poor's y Fitch.
Esta nueva fuente de incertidumbre alimentará las especulaciones sobre el regular estado de salud de los bancos en el viejo continente. Y ello pese a que este fin de semana los políticos europeos se han apuntado el tanto de que la recién nombrada directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la ex ministra de Finanzas gala Christine Lagarde, matizara los cálculos de sus expertos y abriera la puerta a rebajar la previsión de las necesidades de capital de los bancos europeos.
Hace dos semanas se filtró a la prensa que un borrador de un informe del FMI calculaba que la banca europea podría necesitar de unos 200.000 millones de euros de capital para remendar el agujero negro que le podían hacer en sus cuentas los títulos de deuda pública que acumulaba de países al borde del abismo como Grecia, Irlanda y Portugal, o en el punto de mira de los mercados como Italia y España. La cifra se podía incluso llegar a duplicar si se producía un efecto dominó.
Este fin de semana, durante su participación en la reunión de ministros de Finanzas del G-7 o grupo de los siete países más ricos e industrializados del planeta (Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Japón y Canadá) en la localidad gala de Marsella, Lagarde matizó que se trataba de una cifra, además de provisional, en revisión.