
Resulta paradójico. Los mismos líderes de la zona euro que intentan poner coto a las agencias de rating, están de hecho en sus manos si quieren llevar, por fin, a buen puerto un segundo rescate de Grecia que se antoja decisivo no sólo para la supervivencia del país heleno, sino para la estabilidad de los llamados países periféricos y por extensión de la continuidad del proyecto europeo.
Y las palabras clave en este proceso son dos: quiebra selectiva. La UE está obligada a encontrar cuanto antes una fórmula de rescate que satisfaga a las agencias hasta el punto de que éstas no califiquen como quiebra o default la operación, lo que echaría al traste cualquier posibilidad de recuperación. Una quiebra pura y dura implicaría la salida de Grecia del euro y el colapso de Atenas, mientras que la quiebra selectiva, bajo la tutela de Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), reduciría el efecto contagio, permitiría un mayor control sobre el impago y garantizaría a los acreedores, al menos, una parte de lo invertido.
El papel de las agencias de calificación es decisivo en este momento hasta el punto de que las anteriores propuestas de rescate esbozadas por los países de la UE quedaron frenadas en seco ante el aviso de las firmas de que las considerarían como una quiebra. Por tanto, la cita extraordinaria que reunirá el jueves a los líderes europeos se torna decisiva.
El fondo europeo, al rescate
Berlín, Ámsterdam y Helsinki quieren, más que prestar ayuda a Atenas, garantizar la contribución del sector privado en la intervención y, bajo este objetivo, los socios de la divisa única barajan que el fondo de rescate intervenga en la operación con el objetivo de recomprar parte de la deuda pública helena en poder de las entidades. Aún se desconoce si lo haría directamente o, por contra, mediante préstamos a Atenas, que de facto se convertiría en el comprador.
El gran obstáculo radica en que, con independencia de la fórmula, el papel se adquiriría a precios de mercado e inferiores a los importes nominales o iniciales. Algo que implicaría una quita de mayor o menor cuantía y, a priori, la consideración de impago por las agencias de calificación. Eso precisamente tratan de evitar los socios de la Eurozona.
Trichet avisa a los gobiernos
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, instó ayer a los líderes de la eurozona a cumplir con su responsabilidad para el rescate de Grecia y les recordó que, en caso de impago total o parcial, deberán recurrir a mecanismos "aceptables" por el sistema monetario común. "Los gobiernos son responsables en la materia", sostiene Trichet, en declaraciones que publica hoy Financial Times Deutschland".
El BCE, eso sí, volvió ayer a mostrarse favorable a la intervención del fondo de rescate, según explicó el miembro de su Consejo Ejecutivo Bini Smaghi. De la postura adoptada por el banco emisor se deduce que el acuerdo con las agencias puede llegar a materializarse, teniendo en cuenta que desde Francfort se continúa rechazando cualquier opción susceptible de recibir la definición de default.
Ahora quedaría, no obstante, lo más difícil: consensuar las reformas legales necesarias sobre el tratado que diseñó el fondo de rescate con la intención de atribuirle la capacidad de recomprar ese papel griego.
Quita de hasta el 30%
Según explica el semanario alemán Der Spiegel, esta modalidad de intervención del fondo de rescate proporcionaría a Grecia alrededor de 20.000 millones de euros. Der Spiegel además asegura que se trata de la fórmula más verosímil para garantizar la participación del sector privado en el segundo rescate frente a la prórroga de los vencimientos o el canje de papel heleno por bonos con descuentos incorporados.
Una previsión que, sin embargo, difiere de la que el jueves pasado adelantaron diversos periódicos griegos. En concreto, tal y como avanzaron, el Gobierno de Atenas calcula que la recompra de bonos podría implicar recortes en sus compromisos financieros de hasta 40.000 millones tras aplicar quitas del 30% sobre el valor nominal de los títulos originales.
Tampoco hay que olvidar, en este baile de cifras en el que se ha convertido el rescate de Grecia, que el primer ministro heleno, Yorgos Papandreu, elevó la cuantía total del segundo plan a 110.000 millones.