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Los mercados conviven con un cartel de fondo en el que se lee la palabra recesión. Este temido término hace referencia a la situación en la que podría encontrarse Estados Unidos los próximos meses. Sin embargo, el PIB del país podría incrementarse casi un 5% en el tercer trimestre. La pregunta parece inevitable, ¿cómo es posible hablar de depresión con este ritmo de crecimiento?
El Departamento de Comercio estadounidense publicará este jueves la revisión de los datos del Producto Interior Bruto (PIB) del tercer trimestre. Los analistas esperan una corrección al alza hasta el 4,9% desde el 3,9% publicado el pasado 31 de octubre. Estos datos parecen contradecir las voces que últimamente ven cada vez más probable que el país sufra una recesión (al menos dos trimestres de contracción de la actividad).
Pesimismo
El primero en hablar de recesión fue el ex presidente de la Reserva Federal (Fed) Alan Greenspan. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también es uno de los que cree que los riesgos de una recesión aumentaron en el país norteamericano bajo el efecto de la intensificación de la crisis en el mercado inmobiliario. El último en mostrar sus temores en público ha sido otro peso pesado de la política norteamericana: el ex secretario del Tesoro Lawrence Summers, que ayer en un artículo publicado el lunes por el Financial Times indicó que las probabilidades favorecen claramente una recesión en EEUU que ralentizará significativamente el crecimiento global
Para poder explicar tanto pesimismo hay que analizar los datos de crecimiento del tercer trimestre. Las exportaciones netas aportaron un 0,9% al incremento del PIB ya que experimentaron un alza del 16,2%, la mayor en cuatro años. José Luis Martínez, estratega de Citigroup, cree esta "brutal" subida de las ventas al exterior es "insostenible" y estima que en los próximos meses se desacelerarán las exportaciones por el descenso de la demanda internacional, especialmente de los países emergentes.
Otro de los factores que pueden empujar a la recesión es la esperada ralentización del consumo personal, el componente más importante del PIB norteamericano. En el tercer trimestre ya subió un 3%, dos décimas por debajo de las estimaciones. El encarecimiento del petróleo, y por lo tanto de la gasolina, y de algunos alimentos son los principales argumentos esgrimidos para explicar un intenso frenazo en las compras de los ciudadanos, pero no los únicos. La crisis crediticia que viven las entidades financieras ha provocado que los bancos no sólo sean más exigentes a la hora de conceder hipotecas para comprar una vivienda sino también que lo sean para aprobar los créditos al consumo.
El temido sector residencial
Los más pesimistas tienen más explicaciones para argumentar su postura. Creen que la crisis que está sufriendo el sector residencial de la vivienda se agudizará en los próximos meses y su impacto sobre el resto de la economía, que hasta el momento ha sido muy limitado, se incrementará. La construcción de viviendas tan sólo supone un 5% del PIB, pero el problema es que su frenazo se trasladará al mercado laboral y otros sectores.
Los analistas que ven muy lejana la posibilidad de una recesión creen que EEUU tiene a su favor el buen estado de la economía internacional y la debilidad del dólar, lo que impulsaría el sector exterior del país. "En 2007, las exportaciones netas supondrán un cuarto del PIB de EEUU, lo que permitirá a la economía mantenerse dinámica", argumenta José Carlos Díez, economista jefe de InterMoney. Díez cree que "la actividad mundial se debería de parar para hablar de recesión en EEUU".
Los analistas de Banco Urquijo, que ven una "probabilidad alta" de recesión pero confían en que, en caso de que lo haya, "el período de estancamiento sea relativamente breve y se empiece a superar ya en el segundo trimestre del próximo año". Las razones para su relativo optimismo son la situación financiera saneada de las empresas estadounidenses, el efecto sobre el comercio exterior de la depreciación del dólar, el impacto atrasado de la relajación monetaria de la Fed (iniciada, además, desde niveles escasamente restrictivos) y una previsible moderación del precio del petróleo.
Al margen del debate sobre la posibilidad de recesión, en lo que parece haber un mayor consenso es en la fuerte moderación que sufrirá de la economía en el cuarto trimestre. Las previsiones para el periodo octubre-diciembre apuntan a un crecimiento en torno al 0,6 %, nada que ver con el 5% que se espera para la revisión del tercer trimestre.