
Economista, académico y socialista, László Andor es desde hace un año el comisario europeo titular de las carteras de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión. Nació el 3 de junio de 1966 en Zalaegerszeg, Hungría. Está casado y tiene dos hijos. En la entrevista concedida a elEconomista aborda la situación del mercado laboral en España y señala varios de los problemas, como el fracaso de la formación o la evolución de los salarios.
En plena negociación sobre la reforma del mercado laboral en España, usted dijo que la flexibilidad no basta para crear empleo y, de hecho, el paro español no ha bajado. ¿Qué más hace falta?
La flexibilidad es importante y en el caso español, claramente, se necesitaba una reforma de este tipo. Pero no es una varita mágica contra todos los problemas. Y para lograr una recuperación sostenible del empleo hacen falta muchos otros factores, algunos más allá de lo que la política de empleo puede hacer. El clima financiero debe mejorar y la recuperación que comenzó ya en las zonas centrales de la economía europea aún debe alcanzar la periferia geográfica.
¿Ya está todo hecho en el campo de la política de empleo?
El Gobierno español puede mejorar los servicios públicos de empleo; ver si la oferta disponible en el país responde a la demanda y sacar partido de la movilidad y las oportunidades fuera de sus fronteras. Hay países donde crece el empleo y que estarían abiertos a los españoles, especialmente a los jóvenes si están cualificados y hablan idiomas. Esto nos lleva a la educación y la formación. Está claro que la situación se debe en parte a un fracaso de la educación y de la formación, que deben mejorar.
¿Qué opina de crear un contrato laboral único con indemnización por despido creciente con la antigüedad, como propuso en España un grupo de 100 economistas, y rechazó el Gobierno?
Al hablar de reformas posibles y, especialmente, teniendo en mente España, en la Comisión Europea destacamos las posibilidades de un contrato indefinido único. Apoyamos esta idea, aunque haya desencadenado un cierto debate público y diferentes comentarios de los interlocutores sociales. Recientemente tuvimos una conferencia muy exitosa sobre el mercado laboral con el Premio Nobel de Economía Christopher Pissarides y diferentes expertos académicos, interlocutores sociales y servicios de empleo.
Y este concepto recibió muchos apoyos. Creemos que en España, donde hay mucho empleo temporal, especialmente entre los jóvenes, ya que la media española duplica la europea, este contrato ayudaría a emplear más jóvenes y facilitarles más rápido trabajos permanentes.
¿Más problemas pendientes?
La recuperación sostenible del empleo depende de la estructura de la economía. En España estaba demasiado expuesta a sectores de naturaleza cíclica, como turismo y construcción, que cayeron con gran impacto. Es muy difícil ser inteligente ante tal recesión en sectores clave. España debe comenzar un cambio cualitativo de su patrón de crecimiento. Y estoy seguro de que se trabaja para rediseñarlo.
¿Qué opina de rebajar la fiscalidad que grava el trabajo, como el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas o las cotizaciones sociales que pagan las empresas por sus empleados, y elevar impuestos sobre el consumo, como el IVA o las ecotasas?
En la Comisión Europea proponemos desplazar los impuestos del trabajo para crear mejores condiciones financieras para el empleo y alentar a las pymes a emplear más trabajadores. La cuestión es, por supuesto, si los Gobiernos tienen margen de maniobra, especialmente en esta crisis y ante la presión de los mercados financieros.
Aunque el margen sea limitado, merece la pena pensar en formas alternativas de fiscalidad. Elevar el IVA no es necesariamente la mejor, y menos en un momento de crisis, por su impacto social. Prefiero la fiscalidad medioambiental; aunque si la ponemos en el extremo opuesto de la balanza respecto a la fiscalidad sobre el trabajo, la proporción es muy difícil. La fiscalidad sobre el trabajo es enorme y las ecotasas se pueden introducir, pero no compensan de inmediato. De momento, estamos estableciendo la dirección que nos gustaría seguir.
¿Qué otras recomendaciones emitirá en primavera, cuando el Gobierno español presente en Bruselas su plan anual de reformas y las grandes líneas de su Presupuesto para 2011?
Usar mucho mejor los fondos de la UE. Quizás por la crisis y por otras razones, en varios países tenemos problemas de absorción de estas ayudas. Hay problemas por la documentación con la que deben certificar que los fondos se usan según las reglas, y por la velocidad de absorción. Es un desafío para muchos Estados, especialmente para los que tienen estructuras de gestión muy complejas.
Si no tenemos confirmación de que se están cumpliendo todas las reglas, tenemos que interrumpir o, incluso, suspender los pagos. Las suspensiones no son frecuentes, pero las interrupciones sí ocurren. Un mejor uso de los Fondos Estructurales y del Fondo Social pueden desbloquear cantidades significativas de ayudas.
¿Es cierto que en febrero de este año España sólo había absorbido el 17% de los fondos adjudicados para 2007-2013, y que la media de los países de la UE es del 20%?
No discutimos las cifras en público. Casi todos los países van con retraso. España tiene ciertos problemas y cuando los identificamos, los discutimos con sus autoridades para superarlos. España tiene una estructura muy complicada por sus comunidades autónomas, y esto se refleja en la gestión de los fondos y hace que los controles sean más difíciles que en otros países. Y cuando las autoridades se enfrentan a desafíos por las condiciones sociales y del empleo en, por ejemplo, Andalucía, por supuesto, a veces hay situaciones muy difíciles.
Los interlocutores sociales en España están en plena negociación para reformar la negociación colectiva. ¿Algún consejo?
Los países que tienen un diálogo social robusto para gestionar la economía son más resistentes a las crisis. Varios niveles de negociación colectiva, centralizada o descentralizada, pueden producir buenos resultados. Es importante mantener un buen diálogo y dar respuestas a la evolución de los acontecimientos y de la economía.
Hemos visto en el periodo pasado desequilibrios en la evolución de los salarios que no respondían a la productividad. También es importante para discutir sobre las reformas de las pensiones. Y para ayudar a anticipar la evolución de las necesidades de formación y la demanda de mano de obra.
Si en España subieran los sueldos según la productividad, se dispararían, porque con la explosión del paro han desaparecido los empleos menos productivos.
El vínculo entre salarios y productividad debe ser a largo plazo. Usted se refiere a un periodo, la recesión, muy corto. El aumento del paro en España fue muy agudo y el cambio de productividad, artificial. Hay que hablar de una década, no de meses o años. Si no, entran factores que desestabilizan la economía europea.
Una comparación relevante entre las tendencias salariales y la productividad debe contemplar un periodo más largo que un ciclo empresarial, que es cinco, seis o siete años. Nuestra propuesta es muy general, porque no es responsabilidad de la Comisión Europea ni de la UE interferir directamente en la fijación de salarios.
España ha retrasado la edad de jubilación a los 67 años, pero organismos como la OCDE piden que la edad se ajuste automáticamente a la esperanza de vida, lo que podría retrasar la pensión hasta los 70 año en 2050.
Defiendo un vínculo entre la esperanza de vida y la edad de jubilación, pero no necesariamente automático. Hay quienes defienden que no debería hablarse de esperanza de vida, sino de esperanza de vida con salud.