
Mientras en Libia estalla la guerra civil, en Europa la caída del régimen hace temblar la consistente red de relaciones económicas que Muammar el Gadafi ha construido a lo largo de decenios.
No se trata sólo de la fortuna personal, estimada por Wikileaks en más 5.000 millones de euros, sino también de rentas petrolíferas que Trípoli ha invertido a través de sus fondos soberanos, en empresas del Viejo Continente.
Italia, la gran base
La más sólida base operativa de Gadafi es Italia. La cámara de comercio italiana en Libia cuenta con 180 empresas. A pesar de la inconstancia de Gadafi, que en 1970 decidió echar a los 20.000 italianos y confiscar sus bienes, el coronel siempre pudo contar con un apoyo en Roma. Los servicios de inteligencia transalpinos le salvaron la vida varias veces, la más patente fue el bombardeo de Trípoli en 1986.
Sin embargo, con Silvio Berlusconi la relación se ha estrechado. En 2008 se firmó un pacto de amistad que preveía 5.000 millones de inversiones transalpinas para la construcción de infraestructuras. El plan vinculaba Trípoli a encargar las obras a grandes grupos italianos.
Las participaciones financieras libias en compañías italianas tiene un valor de alrededor de 3.600 millones de euros. En Unicredit, uno de los bancos italianos más grandes, Libyan Investment Authority junto con el Banco Central de Trípoli controlan el 7,4% del capital (2.800 millones). Una cuota parecida (7,5%), aunque de valor muy inferior (13 millones), es la que Libia tiene en el equipo de fútbol Juventus. Trípoli posee participaciones también en grandes grupos públicos italianos: el 2% de Finmeccanica (100 millones) y el 1% de Eni (700 millones). Un compromiso poco relevante para el sector de la energía que Gadafi pensaba aumentar: se había comprometido a alcanzar el 10% de Eni.
La presencia de capital libio en Italia no es nueva: en 1976 Gadafi, a través de Libyan Arab Foreign Investment Company, compró el 10% de Fiat. Una inversión inmejorable para la cajas vacías del grupo. Los capitales libios se retiraron de la automovilistica sólo en 1986 cuando las tensiones entre Trípoli y Washington empezaron a amenazar Fiat en EEUU. A partir de 2008, los grupos transalpinos vieron oportunidades.
Las más importantes llevan el sello de Eni: planeaba invertir, en 20 años, más de 18.000 millones. Una necesidad estratégica ya que Trípoli garantiza el 23% del crudo y el 30 del gas.
Los vínculos británicos
Reino Unido aparece como uno de los actores europeos con más que decir. La polémica más reciente aparece con la puesta en libertad del único condenado por la bomba en el avión de la Pan Am que en 1988 acabó con la vida de 270 personas a su paso por Lockerbie, Escocia. En 2009, se permitió a Abdelbaset Ali al-Megrahi pasar sus últimos días en su país, lo que generó una oleada de sospechas acerca de su supuesta relación con los intereses de petroleras británicas.
Según Wikileaks, la mediación gubernamental para facilitar un suculento acuerdo para permitir a BP la explotación en Libia era la clave.
En cualquier caso, las relaciones de Reino Unido vienen de antes, concretamente del 25 de febrero de 2004. Ese día Tony Blair proclamó a Gadafi como su recién estrenado aliado en la lucha contra el terrorismo. ambién ese mismo día Blair se fotografiaba con el dictador africano, y Shell anunciaba un contrato valorado en 550 millones en derechos de explotación.
Menos expuestas
Dejando a un lado los intereses de Repsol, los tentáculos de Gadafi tan sólo rozan algunas inversiones españolas. Por ejemplo, el Gobierno libio remitió hace unas tres semanas la intención de llevar a cabo un campo de golf, un hotel y 1.915 viviendas en 500 de las 6.500 hectáreas que el Libyan Foreign Bank posee en Benahavís. Francia, en cambio, a pesar de ser el tercer socio comercial del país árabe, los intercambios son modestos. Los franceses importan más de lo que exportan. En particular petróleo y productos derivados por valor de 4.500 millones.
Libia es para Francia un cliente menor. No será por falta de esfuerzos por parte de Nicolas Sarkozy. Después de conseguir el rescate de las enfermeras búlgaras, el mandatario francés recibió a Gadafi en 2007. La visita provocó polémica, pero la justificó con contratos en materia nuclear, energética, aeronáutica y armamentística.
Alemania, más petróleo
También en el petróleo se dibujan las relaciones con Alemania. De los 27 países que proveen a Alemania, Libia es el quinto exportador, con hasta 7,3 millones de toneladas al año. Por delante, Rusia, Gran Bretaña, Noruega, y Kazajstán.
De ahí que, a causa de los disturbios, el precio del barril de gasolina se haya disparado hasta una media de 1,50 euros por litro. Por otra parte, entre la veintena de empresas inversoras que se agrupan en torno al fondo soberano libio (Libyan Investment Authority), sólo hay una que opera en territorio alemán. Se trata de Tamoil, con estaciones de refinería de petróleo en varios países de Europa y que, desde su oficina de Hamburgo, produce hasta 90.000 barriles al día.