
Artur Mas se presentó ayer en La Moncloa, en su primera reunión desde que preside la Generalitat con el jefe del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, con sus exigencias a punto. Tras más de dos horas y media de una reunión que Mas calificó de "positiva, pero expectante", el presidente de la Generalitat justificó su compromiso con la consolidación fiscal a partir del Plan de estabilidad financiera y económica que contempla un recorte del 10% del Presupuesto total del Govern, unos 4.000 millones de euros.
A cambio, reclamó al Estado, por un lado, la posibilidad de que Cataluña siga emitiendo deuda por valor de unos 2.500 millones de euros ampliables a largo plazo y, por otro, el pago de facturas pendientes por un total que ascendía a 6.000 millones de euros, según fuentes consultadas por elEconomista.
De esa partida total, de la que unos 1.200 millones corresponden a infraestructuras, Mas arrancó a Zapatero el compromiso de que el Estado "desbloquee" las liquidaciones correspondientes a 2008 de la disposición adicional tercera del Estatut, lo que supone el pago de 759 millones de euros este año.
Además, el presidente del Gobierno abrió la puerta a largo plazo a cumplir con el pago del Fondo de Competitividad, que asciende a 1.350 millones de euros. "Reconoce la obligación, pero no la dota", reconoció Mas en rueda de prensa. El Govern también reclamó al jefe del Ejecutivo actualizar los gastos que supone la aplicación de las leyes de carácter estatal donde la cuenta supera los 1.000 millones de euros, así como el traspaso de los hospitales catalanes que son titularidad del Estado.
Deuda antes del plan de ajuste
El tercer compromiso de Zapatero con la Generalitat pasa por la autorización de endeudamiento. A pesar de que todavía no se ha aprobado el Plan de Estabilidad del Gobierno catalán, que previsiblemente el Ministerio de Economía acreditará en los próximos días, Mas anunció que Salgado le aprobará una emisión antes de que le dé luz verde al programa de equilibrio presupuestario.
Según el presidente de la Generalitat, emitirán "entre 2.000 y 2.500 millones de euros" en los próximos días, parte para refinanciar deuda que vence este año y otra parte de deuda nueva. A lo que podrá sumar en los próximos meses, una emisión a largo plazo, cuya dotación no cuantificó. Esta emisión "permitiría una cierta normalización de nuestros pagos".
El endeudamiento supone una ventana de oxígeno para un Govern que ya ha reconocido que, en 2010, superará con creces el 2,4 por ciento de déficit previsto (en el tercer trimestre, se situó en el 1,71 por ciento, según los últimos publicados por Hacienda).
En materia de traspasos, Mas se mostró partidario de que se lleve a la práctica la privatización parcial de AENA y de El Prat, pero exigió que sean "traspasos limpios y sin coste adicional". Eso sí, pidió que en la sociedad que controle la concesión la Generalitat tenga "voz y voto". En este sentido, aseguró que las próximas semanas "verá los resultados de la Comisión bilateral".
En materia financiera, el jefe del Ejecutivo catalán mandó un importante mensaje de cara a la reforma que ultima el Ministerio de Economía: "Cataluña no quiere perder centralidad ni músculo financiero", advirtió Mas, para resaltar además la importancia de la obra social de las cajas de ahorros como forma de "repartir dividendos".
Cambio en el Congreso
Como contrapartida en Madrid, Mas ofreció a Zapatero los votos de los diez diputados de CiU en el Congreso -que se sumarían a los de PNV y CC- para impulsar la que, en su opinión, es "la gran piedra en el zapato" de la economía por encima del cumplimiento de déficit: la recuperación económica y del empleo.
"Le he mandado un mensaje muy nítido y claro de que los votos de CiU son importantes y están a disposición para flexibilizar el mercado de las pymes". El president puso énfasis en que el impulso a la economía para por las pequeñas y medianas empresas que son las que pueden crear empleo.