
Dejando de lado el vertido del Golfo de México, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, calentaba ayer motores de cara a la reunión de jefes de Estado del Grupo de los 8 y los 20 que tendrá lugar a finales de la semana que viene en Toronto, Canadá.
El demócrata no quiere poner en peligro el buen tono de la economía norteamericana y decidió divulgar una carta de dos folios en la que encomiaba a sus homólogos a "salvaguardar y fortalecer la recuperación" mundial.
"Debemos actuar juntos para reforzar la recuperación económica", afirmó el mandatario de EEUU en la misiva donde también recomendaba aumentar la demanda mundial. "Hemos trabajado muy duro para restaurar el creciemiento y no podemos bajar la guardia", apuntó. Es decir, Obama intentará por todos los medios que los países miembros del G20 no comiencen a retirar los planes de estímulo fiscal y económico aprobados para sobrevivir a la crisis financiera que azotó la economía mundial en 2008.
Un objetivo difícil de conseguir dados los nuevos retos que enfrenta la economía mundial. Por un lado, Europa, el principal cliente de las exportaciones estadounidenses, intenta frenar la epidemia que ha provocado la deuda soberana de algunos de sus miembro, algo que ha llevado a muchos países a comenzar a apretarse seriamente el cinturón y adelgazar sus deficits presupuestarios. Por otro, el gobierno chino ya puso de manifiesto ayer que no tiene intención alguna de revalorizar su divisa, el yuan, para estimular las ventas estadounidenses de productos extranjeros en el gigante asiático.
Las preocupaciones de Obama
"Existen debilidades significativas en todas las economías del G20", continuó Obama. "Me preocupa que la demanda en el sector privado siga siendo débil, y que continúe la fuerte dependencia de las exportaciones en algunos países que ya tienen enormes superávit externos".
Justo durante la misma jornada en la que el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan aseguró en un articulo titulado "Analogía entre la deuda de EEUU y Grecia" publicado en el Wall Street Journal que el gobierno norteamericano podría verse forzado a pagar tipos de interés altos para financiar un déficit creciente, Obama se comprometió a reducir su déficit fiscal a la mitad antes de 2013.
En lo que se refiere a la reforma financiera, que en estos momentos se pone en común en Washington, el demócrata adelantó que respaldará sin duda alguna unos requisitos más estrictos de capital y liquidez, una supervisión más firme de los mercados de derivados, y más transparencia e información que promuevan la integridad y reduzcan la manipulación de los mercados.