Economía

China baraja levar el ancla del yuan

No es la que más negociación concentra en el extraordinariamente líquido mercado cambiario. Ni rivaliza en importancia aparente con el dólar, el euro o la libra. Pero éstas y otras divisas miran de reojo todo cuanto ocurre en torno a la moneda del gigante asiático.

Una nueva era cambiaria pareció abrirse el 21 de julio de 2005. Ese día, Pekín accedió a finiquitar el anclaje de su divisa, el yuan, con el dólar estadounidense desde mediados de la década anterior. Algo más de diez años en los que la primera se mantuvo en torno a las 8,277 unidades por billete verde y que quedaban sepultados desde entonces.

La novedad se acogió con entusiasmo. ¡China aceptaba revaluar su moneda! ¡El mundo ajustaría sus notables desequilibrios comerciales! Mera ilusión. En efecto, las autoridades del gigante asiático iban a dejar más margen de maniobra a su moneda. Pero dentro de un férreo orden. Nada de flotación limpia, que es como se conoce a la situación en la que el tipo de cambio de una divisa se decide libremente en el mercado, sino sucia, otra en la que la evolución de la divisa es conducida y supervisada por las autoridades. Y en el caso del yuan, su mano siempre se ha sentido. Nada de rápidas apreciaciones del 20 o el 30 por ciento, como esperaban impacientemente las potencias occidentales, sino lentas subidas. Así, desde julio hasta septiembre de 2008, el yuan se revalorizó un 17,5 por ciento, hasta las 6,83 unidades.

Aunque parsimonioso, el ritmo alcista era constante. Hasta que dejó de serlo. Tras la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers en septiembre de 2008, las autoridades chinas lo tuvieron muy claro. Detuvieron en seco al yuan. Desde entonces, nada de nada. Se ha mantenido en torno a las 6,83 unidades por dólar, un nuevo anclaje que ha respondido al deseo de Pekín de defender el sector exportador en la época más turbulenta de la crisis. Y ahí sigue, en ese mismo nivel, año y medio después, en medio del enojo occidental, donde molesta sobremanera el proteccionismo cambiario chino.

Nueva estrategia

Sin embargo, esta semana ha habido novedades. El encargado de transmitirlas ha sido el de siempre en estos casos, el gobernador del Banco del Pueblo de China (BPCh), Zhou Xiaochuan. Ha reconocido que la voluntad de frenar la apreciación de la moneda china, el yuan, "es parte del paquete de medidas especiales durante la crisis financiera global". Y, sobre todo, ha anticipado: "Tarde o temprano, terminaremos con estas medidas especiales".

Y hasta ahí ha leído. Aunque de momento no hay actos, sino palabras, así trabaja China con su divisa. Pese a ello, el mensaje de Xiaochuan reviste gran importancia. Más que nada, porque aunque en apariencia la moneda del gigante asiático desempeña una influencia menor en comparación con el dólar, el euro, la libra o el yen, en realidad sus movimientos son capitales para todas esas divisas y para el resto de las monedas asiáticas.

En la medida en que el yuan no se mueva, tampoco lo harán sus divisas vecinas, que no querrán perder competitividad contra China y más difícil será corregir los desequilibrios comerciales mundiales. Por el contrario, si la divisa de la potencia asiática se revaloriza contra el dólar y el euro, el flujo de los movimientos de capitales y comerciales podría reequilibrarse, al tiempo que se abriría la posibilidad de que otras monedas asiáticas siguieran a la china.

Tras el gesto, los analistas esperan los hechos. Por ahora, creen que Pekín reemprenderá la apaciguada apreciación del yuan. Lo ven en los 6,6 yuanes por dólar a finales de 2010, un 3,3 por ciento más alto que ahora.

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