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Economía

Tenso juego de ajedrez con el crudo de fondo: Irán, EEUU y las petroleras mueven sus fichas

El programa nuclear de Irán vuelve a agitar la escena geopolítica mundial: el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, sigue haciendo gala de una actitud desafiante al declarar que su país no debe mostrar debilidad. Sus reservas de crudo y gas, las segundas mayores del mundo, son la dama con la que cuenta en esta partida de ajedrez. Además, con esa suculenta ficha quieren jugar, desde España hasta Malasia, unas empresas que no dudan en desafíar a EEUU.

Teherán ha ignorado el plazo dado por la ONU para detener su actividad nuclear, de la que Occidente desconfía porque cree que se utiliza para fabricar armas atómicas. El Consejo de Seguridad había dado a Irán hasta el 21 de febrero para detener el enriquecimiento de uranio.

Movimiento internacional

El Organismo Internacional de la Energía Atómica, dependiente de la ONU, aseguró ayer que Irán no había acatado las demandas. Los cinco miembros del Consejo de Seguridad, más Alemania, se reunirán en Londres la semana próxima para abordar qué pasos dar ahora, aparte de las sanciones de la ONU impuestas en diciembre.

Estados Unidos ha reforzado la presión sobre Irán para que detenga sus iniciativas atómicas con la imposición de sanciones a dos bancos estatales iraníes y tres compañías, a los que relaciona con la proliferación. Además el presidente George Bush ha lanzado una campaña para convertir a Irán en un paria económico.

Pero el inquilino de la Casa Blanca ha visto cómo la fuerza del 'oro negro' ha empujado a empresas, desde España a Malasia, a desafiarle por buscar acuerdos a largo plazo con Irán con el objetivo de acceder a sus reservas de petróleo y gas, las segundas del mundo.

Movimientos empresariales

Royal Dutch Shell, la mayor petrolera europea, y la española Repsol YPF, que el mes pasado firmaron un nuevo acuerdo para un proyecto a tres años de producción de gas estimado en 4.000 millones de euros, están entre las empresas que no pueden permitirse el lujo de dejar de lado las reservas de Irán.

"Las compañías que quieran ganar una cuota en el mercado iraní no tienen otra elección que seguir adelante en el juego de la prolongada y paciente espera", ha señalado James Bell, presidente de Gas Strategies, consultora con sede en Londres.

Responsables de la administración estadounidense han llegado a lanzar advertencias contra tales operaciones e incluso han amenazado con aplicar la ley de 1996 que penaliza fiscalmente a las enmpresas extranjeras que hacen negocios en Irán. Aún así, Australia y Suiza firmaron el mes pasado un "memorando de entendimiento" para el suministro de gas desde Irán en 2012 a través de un gaseoducto que aún no se ha construido.

Thierry Desmarest, presidente de Total, la tercera petrolera del Viejo Continente, señaló el pasado 14 de febrero que continuarán las negociaciones con Irán sobre un importante proyecto de gas licuado. "Nadie niega el hecho de que aparte de determinadas consideraciones políticas, está en el interés de todo el mundo en que las inversiones en Irán impulsen la capacidad de producción de crudo y gas", señaló.

Nuevas advertencias de EEUU

Ese mismo día, el subsecretario de estado norteamericano de Asuntos Políticos, Nicholas Burns, volvió a lanzar un dardo a estas empresas. "Si un país va a ser sancionado y si las medidas se endurecen, ¿realmente alguien querría hacer negocios con ese país?", se preguntó. El político estadounidense sugirió que "hay alternativas" si un país está "buscando relaciones energéticas", como Kazajstán.

El Congreso también está enviando mensajes de aviso. Un acuerdo del 7 de enero de la compañía malasia SKS Ventures para desarrollar dos campos de gas en Irán llevó al nuevo presidente de Asuntos Exteriores de la Cámara, Tom Lantos, a amenazar con paralizar un acuerdo comercial bilateral entre Estados Unidos y Malasia. También pidió a la administración Bush imponer sanciones contra China national Offshore Oil por un acuerdo con Teherán de gas y petróleo por 16.000 millones de dólares.

Los últimos esfuerzos del Gobierno de Bush se centran ahora en frenar la construcción de un gaseoducto de 2.700 kilómetros que unirán Irán con la India vía Pakistán.

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