
Hay que subir los impuestos, a las rentas altas, a las medias o a todos, como ya se demostró con los tributos sobre gasolinas y tabaco, para hacer frente al aumento del gasto público. Este es el mensaje que quiere lanzar el Gobierno y que el ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, se encargó de anunciar esta semana. Sin embargo, hace apenas una semana, Pajín afirmaba lo contrario.
El concepto que se vende es el de "políticas sociales", pero en definitiva todo es gasto público y engorde del déficit. Vuelve, entonces, a reabrirse el debate para frenar el desfase entre ingresos y gastos: subir impuestos o bajar desembolsos.
Esta segunda opción viene limitada de facto, pues muchas de las partidas están comprometidas o son de corte asistencial. Los expertos consultados por elEconomista, dentro del respeto a los epígrafes intocables, sugieren mecanismos para reducir los desembolsos públicos.
Congelar el sueldo de los funcionarios
Actuaciones como congelar el sueldo de los funcionarios, minorar el gasto corriente, priorizar obras públicas que generen empleo -menos intensivas en maquinaria-, meter la tijera en las comunidades autónomas y los ayuntamientos, cuyo gasto crece desmesuradamente y, en último lugar, elaborar un Presupuesto base cero que replantee su estructura, que evite prorrogar partidas en el tiempo sin una previa evaluación.
En esta línea, el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, indicó a elEconomista que, al estar comprometida la mayor parte del gasto -en materia social, pensiones o transferencias a las comunidades autónomas-, el recorte se puede hacer en partidas como Defensa y en gastos de mantenimiento que no sean urgentes para este año. No en infraestructuras, a secas, sino en aquéllas, como el asfaltado de carreteras, que se hacen con máquinas. "Hay que priorizar planes que generen empleo", indica Díez.
Añade el experto que la subida salarial de los funcionarios ha de ser nula, o prácticamente neutra, y que la partida fuerte de gasto se la están llevando las comunidades autónomas y ayuntamientos, que es donde se produce el derroche, precisamente cuando los ingresos de las administraciones locales proceden sobre todo del suelo y se ven tocados especialmente por la crisis inmobiliaria.
Y propone Díez, dentro de los gastos menores, un anecdótico descenso de los desembolsos destinados a festejos. Al fin y al cabo, razona, las administraciones que quieran gastar más "que suban sus impuestos a los ciudadanos". Por otra parte, Díez propone que la Administración Central, las autonómicas y las locales presenten un presupuesto único consolidado, que permita averiguar por dónde se va el dinero. Concluye explicando que "el déficit se ha ido por el lado de los ingresos y que, una vez estabilizada la economía, es preciso ser riguroso y ambicioso en reducir los gastos".
Tabla rasa
El economista jefe de Cemex, Manuel Balmaseda, apunta que hay que romper la inercia que perpetúa algunas partidas de gasto año tras año. Es decir, hacer tabla rasa en los Presupuestos partiendo del gasto y reconsiderar la oportunidad de mantener o no cada una de ellas. En definitiva, lo que se denomina elaborar un Presupuesto Base Cero, que puede aflorar unas partidas de gasto nuevas, pero también eliminar algunas que se siguen compro- metiendo por rutina.
Por su parte, el profesor del IESE José Ramón Pin Arboledas propone recortar del Capítulo I de las cuentas públicas. Es decir, de sueldos y salarios. Indica que el sector público ha aumentado mucho por la inelasticidad que genera el trabajo indefinido de la plantilla. Por otro lado, desecha que se den subvenciones de forma indiscriminada, apuesta por la inversión en infraestructuras y también por vigilar la eficiencia de cada euro invertido.
Averiguar si sobran funcionarios
El responsable de Coyuntura de Funcas, Ángel Laborda, parte de la base -común con los demás expertos- de reconocer que hay muchas partidas que no se pueden tocar, como Sanidad y Educación, pero indica que se puede meter la tijera en el funcionamiento de las Administraciones, vigilando que no se produzcan tantas duplicidades en la provisión de servicios y que existan, en algunos ámbitos, plantillas sobredimensionadas mientras en otros son insuficientes, algo que dificulta averiguar si en realidad sobran funcionarios o no en el conjunto de las Administraciones.
Por otra parte, Laborda destaca el problema que supone que los Presupuestos sean incrementalistas. Además, critica también las subvenciones si no están adecuadamente priorizados sus destinatarios. Por otra parte, y tras todos los esfuerzos de contención, Laborda no cuantifica en más de un 1 o un 2 por ciento del PIB la cantidad que se podría reducir haciendo todos los esfuerzos indicados.
El rector de la Universidad Antonio de Nebrija, Fernando Fernández, señala, como presiones a la elevación del déficit, la financiación autonómica, el crecimiento "como la espuma" de los organismos públicos en las autonomías, las televisiones autonómicas y el exceso de transferencias vía subvenciones clientelares, tanto a particulares como empresas. No se olvida tampoco de los sueldos de los funcionarios, blanco de prácticamente todos los expertos consultados por elEconomista, y añade también como medida de recorte de gasto, el recorte de plantilla pública, tanto en comunidades autónomas como en ayuntamientos.
Gasto en personal y contratación
Por último, el director del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo, que coincide en muchos puntos con el resto de analistas consultados, propone -además de la congelación salarial para los empleados públicos- menores desembolsos en compra de bienes y servicios, en gasto de personal, en contratación y, por ende, en mejorar la eficiencia de los recursos.
Coincide Izquierdo, especialmente con Fernández, en rechazar las transferencias indiscriminadas a las familias y empresas, en aquellos casos que no se encuentran razonablemente justificadas.
Por otra parte, propone frenar el crecimiento del gasto presupuestado. Es decir, dejar muchas partidas tal como estaban en el anterior. Y, si es necesario, abordar el uso de determinadas herramientas como ticket moderador que facilite el copago en gasto farmacéutico, una eventual subida de algunas tasas y una elemental reducción de las demandas superfluas.
Reducción del gasto
Con todo, la reducción del gasto viene limitada por la naturaleza de muchos conceptos que el Estado no puede dejar desatendidos y, como mucho, supondrá, tras un esfuerzo, uno, o como mucho, dos puntos del PIB.
Objetivo suficiente para luchar por él, pues en tiempos de recesión, y cuando no se sabe cuál será su duración en el tiempo, toda medida que frene el avance del déficit es positiva. No en vano, según explicó el profesor del IESE Business School, Javier Díaz-Giménez, el saldo negativo de las cuentas públicas se acaba pagando "siempre", antes o después, mediante impuestos, en una o varias veces, diferido o no el tiempo, pero se paga tarde o temprano. Igual que la deuda pública es una hipoteca de futuro para las generaciones siguientes.