
El envejecimiento de la población y las largas listas de espera del Sistema de Salud aumentan el número de procesos de incapacidad temporal (IT). Lo que en un principio llegó como un pico por la pandemia de la Covid-19 parece que ha llegado para quedarse. Y es que el número de horas no trabajadas como consecuencia de las ausencias por baja médica han aumentado un 40% en los últimos seis años. Así lo muestra la última Encuesta de Costes Laborales publicada por el INE: a cierre de 2024 las horas no trabajadas por incapacidad temporal aumentaron, de media, un 42,14% en comparación con 2018.
Al mismo tiempo, el número de horas pactadas ha permanecido estable (solo ha crecido un 1% de media) y las faltas por vacaciones y festivos han descendido ligeramente (un 2% menos que hace 6 años). De media, tal y como cifra el INE, se perdieron 7,4 horas al mes en el último trimestre de 2024 por el aumento en las bajas laborales.
El incremento de las horas no trabajadas por incapacidad temporal, sin embargo, difiere según el sector observado. Y es que en algunas actividades como la construcción, el comercio, las actividades administrativas, y la industria destacan por presentar los mayores incrementos en 2024. En concreto, dichos sectores han experimentado una subida en las horas no trabajadas por bajas por encima de la media del 77, 68, 62 y 60% respectivamente. No obstante, el mayor incremento se lo lleva el grupo denominado por el INE como otros servicios, un conjunto formado por actividades asociativas, reparaciones, peluquerías, y cuidado personal, entre otras. En su caso, las horas no trabajadas por esta causa ha crecido un 80%.
Otros grandes sectores como la hostelería y el transporte también se encuentran por encima de la media, con subidas del 50%. El único que se libra del incremento es el suministro de energía, donde las horas no trabajadas caen un 4,17% en comparación con 2024. El resto de sectores observados por el Instituto Nacional de Estadística también presentan una escalada de entre el 10 y el 49%.
El crecimiento en las bajas laborales, no obstante, también se puede observar en otras variables. De hecho, según el Resumen de Ejecución Presupuestaria de la Seguridad Social de 2024, los procesos de incapacidad temporal, comúnmente conocidos como bajas laborales, costaron un total de 16.487,02 millones de euros al Departamento.
La mayoría del presupuesto fue dedicado a cubrir las contingencias comunes, es decir, enfermedades que no están directamente relacionadas con su trabajo, con un gasto total de 15.000 millones de euros. En este grupo se enmarcan las bajas por enfermedades de salud mental, las traumatológicas y otras patologías comunes como las gripes. Las contingencias profesionales (causadas por el trabajo), por su parte, supusieron una inversión de 1.000 millones de euros en 2024. En total (empresas, mutuas y Estado) la factura asciende a casi 30.000 millones, según el último informe de coyuntura económica publicado por la patronal del metal. Además, en los tres primeros meses del año, el gasto en bajas ya ha consumido el 35% del presupuesto: un total de 4.057 millones de euros, un 13,11% más que el mismo periodo del año pasado.
Las causas
Desde la pandemia el gasto por incapacidad temporal ha crecido de forma generalizada. Las causas que han provocado este aumento no están del todo claras y los actores sociales apuntan a diferentes razones.
Por un lado, fuentes del Ministerio de Seguridad Social explican a este periódico que la evolución del gasto en IT está marcada, en gran parte, por el incremento en el número de afiliados y la subida progresiva de las bases de cotización ligadas al SMI.
Por otro, los sindicatos apuntan al impacto de las listas de espera en la recuperación de los pacientes. Una cuestión sobre la que también incidía la patronal del metal -Confemetal- en su último informe. En concreto, los empresarios de la industria señalaban en el documento al envejecimiento progresivo de la población activa, la lenta gestión de las bajas por parte del sistema de salud pública y al relegado papel de las mutuas como elemento de apoyo: "Las listas de espera lastran la recuperación del trabajador y la productividad de las propias empresas", sentenciaban. Además, la literatura económica observa que en periodos de bonanza económica, el gasto en incapacidad temporal suele aumentar.
Las listas de espera
En este sentido, el Observatorio Social de las Personas Mayores de 2024 de CCOO detallaba que, aunque las listas de espera son dispares por comunidades autónomas, la media es de 83,79 pacientes por mil habitantes en espera de consulta externa. Un dato que ha crecido un 85% en comparación con 2016.
La lista de espera quirúrgica, según los datos publicados por el Ministerio de Sanidad ha registrado un dato global peor en 2024 que en 2023. La lista se ha situado en 20,5 por cada mil habitantes en el año 2024, con un total de 848.340 pacientes en espera, una cifra que ha subido un 50% desde 2016.
Cesión parcial a las mutuas
La lista de espera no es una cuestión menor. De hecho, el último movimiento del departamento de Elma Saiz fue dirigido a mitigar el impacto de la saturación del Sistema Público. En concreto, la última medida fue el traspaso parcial de la gestión de las bajas laborales traumatológicas a las mutuas, que llegó el pasado 16 de abril tras la firma del convenio de Baleares junto a las mutuas colaboradoras y el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), tal y como informaron entonces fuentes del Departamento.
Las islas del Mediterráneo fueron las primeras en firmar el acuerdo, pero Seguridad Social espera que el resto de autonomías también lo suscriban antes de que acabe el mes. La gestión parcial por parte de las mutuas formaba parte de un acuerdo del diálogo social de septiembre, pero no había visto la luz hasta el mes pasado. El papel de las mutuas es el de dar apoyo al sistema sanitario a través de la realización de pruebas y tratamientos en procesos de IT traumatológicos.