Economía

Trump arriesga 110.000 millones en exportación de servicios digitales a la UE

  • Bruselas tiene amplio margen para gravar a las tecnológicas en represalia a los nuevos aranceles
  • La Unión ya logró en 2021 que la Casa Blanca renunciara al castigo a los productos europeos
El presidente de EEUU, Donald Trump | EP

La Unión Europea (UE) se encuentra muy lejos de estar desarmada ante la ofensiva de "aranceles recíprocos" que el presidente de EEUU, Donald Trump, anunció esta semana. Un dato poco conocido del comercio entre los dos bloques, el referente a la balanza de servicios, juega a favor de las represalias contra las empresas estadounidenses, en concreto sus tecnológicas, que Bruselas pueda tomar.

Es indudable –y así lo recuerda constantemente el propio Trump– que, en el cómputo total de bienes y servicios, la relación comercial entre EEUU y la UE arroja un amplio superávit favorable a esta última. Ahora bien, en lo que concierne a la rúbrica exclusiva de los servicios, los roles se intercambian y es la Unión la que registra un muy cuantioso déficit respecto a la primera potencia mundial. Según los datos cotejados de Eurostat y de los principales bancos de inversión globales, ese agujero llega a rondar los 110.000 millones anuales, derivados en su gran mayoría de la gran necesidad de las comunicaciones, la industria o la sanidad europeas de recurrir a las siete magníficas de la tecnología estadounidense.

De hecho, el dominio de este último país en cuanto al suministro de servicios a la UE es incontestable, ya que acapara más de un tercio de las importaciones totales de este tipo que traspasan las fronteras europeas. Solo Reino Unido puede medirse, hasta cierto punto, con Estados Unidos desde esta óptica, y habría que aplicar muchos matices. No en vano gran parte de las compras procedentes del ya exmiembro de la UE son suministradas por empresas radicadas en Norteamérica.

Sin duda, las cifras anteriores delatan el retraso y la gran dependencia que Europa afronta en la que ya es la economía del futuro. Los números, no obstante, también revelan hasta qué punto el Viejo Continente es un mercado crucial para las multinacionales de EEUU, y el alto daño potencial que sufrirían si Bruselas crea sus propios "aranceles recíprocos" y decide gravarlas con ellos.

Claros precedentes

El argumento de que los Gobiernos a este lado del Atlántico no se atreverán a dar un paso que los enfrentaría tan directamente con la Administración Trump es muy discutible, ya que existen precedentes cercanos que evidencian lo contrario.

A finales de la década pasada, precisamente durante el primer mandato de Donald Trump, la Casa Blanca impuso aranceles al acero y al aluminio europeos, y Bruselas reaccionó con la aprobación de una amplia variedad de gravámenes, de hasta el 25%, para productos netamente yankees, como las motocicletas Harley Davidson o el whiskey de la variedad bourbon.

Y en poco tiempo se demostró que esa acción no fue en absoluto bienvenida por las firmas afectadas. Hasta el punto de que el fabricante de las Harleys decidió deslocalizar una parte significativa de su producción a Tailandia, en el año 2018, bajo la esperanza de que esa maniobra le permitiría esquivar los aranceles comunitarios. No logro en absoluto cumplir su objetivo, dado que el Tribunal de Justicia de la UE dictaminó que ésta era una práctica ilegal, destinada a evadir impuestos, y ordenó que las Harleys tailandesas también fueran gravadas.

Los afectados acabaron demandando a Washington que buscara vías de entendimiento y vieron cumplidas sus esperanzas con el cambio de Administración, una vez que el demócrata Joe Biden accedió al Despacho Oval.

Primer entendimiento

Bajo sus órdenes, en diciembre de 2021 quedó rubricado un acuerdo que comprometía a EEUU a retirar los aranceles al acero y al aluminio comunitarios, mientras la UE, por su parte, dejaba a un lado sus represalias.

La firma de esta tregua estuvo muy lejos de constituir un entendimiento puntual. Lo demuestra el hecho de que poco tiempo después, a finales de 2023, ambas partes decidieron renovar su memorándum ateniéndose a las mismas condiciones.

Esta revalidación se encuentra todavía vigente, hasta el 31 de marzo de este ejercicio. De hecho, el propio Trump se ha cuidado mucho de romper el entendimiento pese a su anuncio, a principios de esta semana, de nuevos aranceles precisamente para el acero y el aluminio importados por EEUU de todo el mundo, la Unión Europea incluida.

Washington pareció también tomarse en serio el margen para diseñar sus represalias del que Bruselas dispone este jueves cuando anunció sus nuevos gravámenes recíprocos. Trump, al señalar que estas tasas constituyen una respuesta directa a la aplicación del IVA a las exportaciones estadounidenses, apuntó directamente al bloque europeo, en cuyas fronteras la aplicación de este impuesto indirecto es habitual. Sin embargo, EEUU deja la aplicación de su castigo en el aire al no fijar fecha de aplicación.

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