
La Comisión Europea llama a los Estados miembro a reforzar el control sobre las inversiones europeas en mercados extranjeros. Bruselas ha publicado una recomendación este miércoles en la que pide a los Gobiernos un mayor escrutinio sobre las inversiones de sus compañías realicen en países extracomunitarios, especialmente las vinculadas a los microchips, la inteligencia artificial y las tecnologías cuánticas.
La seguridad económica es uno de los ejes que vertebrarán el segundo mandato, que comienza, de Ursula von der Leyen. Por eso, esta recomendación del Ejecutivo comunitario abre la puerta a tomar acciones complementarias si fuera necesario, es decir, si se identificaran riesgos para la seguridad económica comunitaria con estas inversiones en el extranjero.
Uno de los pilares que la alemana cimentaba para esta nueva legislatura pasa por reducir dependencias de terceros países en la cadena de suministro. Una idea que se traslada ahora a un mayor control sobre las inversiones que las compañías europeas realizan en el extranjero y que forma parte de la Estrategia de Seguridad Económica del bloque.
"La geopolítica actual nos obliga a tener un conocimiento más profundo de los riesgos potenciales. La evaluación de la inversión saliente de la UE en áreas tecnológicas clave nos permitirá tener una idea más clara de las amenazas potenciales a las que nos enfrentamos", ha contextualizado el comisario de Comercio y Seguridad Económica, Maroš Šef?ovi?.
Con este movimiento, Bruselas sienta las bases para reclamar a las empresas que inviertan en el espacio comunitario. La idea es evitar que eslabones clave de la cadena de suministro de sectores estratégicos se asienten en el extranjero y, por tanto, que puedan estar sometidos a injerencias de terceros países o poner en riesgo el abastecimiento en sectores clave.
Es así como la Comisión Europea aprende la lección de lo sucedido durante la pandemia del coronavirus. La cadena de producción del automóvil se vio obligada a paralizar su actividad por la rotura en la cadena de suministro de microchips, procedente, principalmente, de China. Una coyuntura que propició pérdidas en el sector automotriz europeo y la industria complementaria.
La situación geopolítica actual es también catalizadora de tal paso. Las tensiones comerciales entre Pekín y Bruselas se han incrementado en el último año, con sucesivas investigaciones por los subsidios chinos a diversas industrias como la del automóvil y crecientes tiranteces que han llevado a denuncias, por ambas partes, ante la Organización Mundial del Comercio. La entrada del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, en escena amenaza con tensar, más si cabe las dinámicas entre las grandes potencias mundiales.
No obstante, Bruselas pretende contar con la implicación de sus aliados de terceros países para analizar estas inversiones en el extranjero. Este escrutinio en tres tecnologías clave se extenderá durante 15 meses y debe abarcar las transacciones en marcha y las que ya se han realizado desde el 1 de enero de 2021. Los países deberán presentar a Bruselas un informe de progreso el 15 de julio de este año y un informe completo sobre la implementación de esta medida a cierre de marzo de 2026.