
El Parlamento Europeo y los Gobiernos de los 27 países de la UE decidieron este miércoles concederse una nueva oportunidad para intentar pactar la reforma de la directiva sobre tiempo de trabajo. Está en juego, entre otras cuestiones, el límite de horas que se podrá trabajar semanalmente en el Viejo continente.
La normativa actual establece un máximo de 48 horas como regla general, pero permite excepciones a través de las que se puede llegar a sumar 78 horas. Sobre la mesa hay una propuesta de la Comisión Europea que consolidaría estas excepciones, pero rebajaría a 65 horas semanales el máximo legal.
Después de un lustro de trámites legislativos, la negociación sobre la propuesta de la Comisión Europea quedó prácticamente rota a principios de abril. Pero este miércoles ha sido reanudada y habrá una nueva ronda el jueves de la semana que viene en Estrasburgo. Si en mayo no hay acuerdo, la UE dará carpetazo a estas negociaciones y seguirá en vigor la directiva actual.
Libertad para elegir
Cada país socio del club comunitario es libre de establecer en su territorio nacional jornadas laborales más cortas como, de hecho, es el caso. Pero países como España intentan abortar casos aislados de jornadas interminables como las de Reino Unido, para prevenir que en un contexto de competencia global se generalicen al resto de Europa.