
El presidente Barack Obama dijo este miércoles que los salarios de los ejecutivos de empresas financieras asistidas por el gobierno federal tendrán un tope de 500.000 dólares por año. Asimismo quedará prohibida toda retribución adicional que se pueda convertir en efectivo antes de que la ayuda haya sido devuelta al Estado.
Se trata de una respuesta a lo que Obama describe como la cólera de los contribuyentes cuando ven que, en el contexto de una grave crisis económica, deben llevarse la mano al bolsillo para mantener a flote empresas cuya supervivencia se define como esencial, pero que siguen pagando retribuciones gigantescas para permitir a sus dirigentes mantener el tren de vida actual.
Nuevas 'reglas de conducta'
"Si el contribuyente te ayuda, tienes algunas responsabilidades, entre ellas, la de no vivir como un nabab", dijo Obama, al adelantar que anunciaría estas nuevas 'reglas de conducta'. "Acabamos de aprender que ciertas personas siguen embolsando montos enormes, aunque hayan recibido fondos del contribuyente, y creo que eso enfurece a la opinión pública", dijo.
Obama ha anunciado que todos los bancos que han recibido ayuda gubernamental deberán ser sometidos a reglas más estrictas en las primas que se otorgan en el momento de la retirada de un dirigente de la empresa. También deberá haber más transparencia en los gastos, para el transporte aéreo, por ejemplo, o en la renovación de sus oficinas.
El jueves pasado, Obama se había pronunciado -como nunca lo había hecho desde que asumió la presidencia- contra las primas "vergonzosas" que las empresas de Wall Street siguieron pagando a sus empleados en 2008, cuando el sector financiero se veía favorecido por la ayuda estatal y, en particular, por el plan de 700.000 millones de dólares lanzado por su predecesor, George W. Bush.
Reactivar el sistema financiero
Este plan apuntaba a estabilizar y reactivar el sistema financiero, de modo que el crédito vuelva a circular, y que la inversión y el consumo se recuperen. Pero las normas que el gobierno republicano había impuesto eran mucho menos restrictivas que el techo de 500.000 dólares. Este tope está muy por debajo de lo que ganan algunos directores de empresas que recibieron ayuda estatal.
La cuestión de nuevas "reglas de conducta" se plantea con más firmeza después de que el destino de la primera parte del fondo de 700.000 millones de dólares fue muy criticado, y cuando el gobierno reflexiona sobre cómo utilizar la segunda parte, dada la necesidad de más dinero.
Las medidas que Obama y Geithner deben anunciar no se aplicarán retroactivamente a las empresas que ya recibieron ayuda, según el New York Times.
Ante la gravedad de la crisis, Obama defiende la necesidad de un gigantesco plan de reactivación de unos 900.000 millones de dólares, que actualmente está en debate en el Congreso, así como medidas cruciales para destrabar el sistema financiero; pero también normas sobre la retribución de los dirigentes, a fin de restablecer la indispensable confianza de los estadounidenses.