Tras la quiebra de la marca sueca Saab y no pocos vaivenes de propietario, finalmente fue la marca china NEVS apoyada por otros inversores quien se hizo en 2012 con la emblemática firma nórdica. El producto más interesante en ese momento era la berlina 9-3 que compartió a su vez desarrollo con el Opel Vectra y que, ya en 2011, tuvo una declinación experimental eléctrica en una pequeña serie bautizada como ePower.
Pero desde entonces las cosas en el mundo del vehículo eléctrico han ido muy deprisa. Mientras tanto, el ambicioso proyecto de vender a gran escala el 9-3 eléctrico en China se quedó en la sombra, aletargado en busca de capital y autorización oficial.
Y cuando ya parecía olvidado, ha llegado el beneplácito del gobierno, reactivando la idea de NEVS que pretende fabricar nada menos que 200.000 unidades anuales en una nueva planta construida al efecto en la localidad norteña de Tianjin.
Plataforma obsoleta
Desde el punto de vista técnico, el 9-3 eléctrico no deja de ser un proyecto obsoleto y resulta una adaptación de un vehículo diseñado para equipar una motorización térmica. Hoy en día los vehículos eléctricos ya están desarrollados desde cero para alojar sus baterías bajo el piso, bajando lo más posible el centro de gravedad del vehículo y atendiendo en lo demás a las características de este tipo de motorización. En el caso del veterano Saab, éstas tendrán que situarse en el fondo del maletero, restándole capacidad y perjudicando sensiblemente el reparto de pesos y por tanto la dinámica.
Sin embargo, estos inconvenientes no parecen afectar a la demanda china. Por lo pronto, la compañía de transporte de viajeros Panda New Energy, el equivalente de Uber en el país asiático, ya ha realizado un pedido de 150.000 automóviles a NEVS. El inicio de la producción del 9-3 eléctrico se anuncia para finales de este mismo año y por el momento la marca china no ha expresado su intención de exportarlo, limitando su comercialización al mercado interno.
