
El incipiente pero cada vez más notable riesgo de 'crackeo' los que amenaza a los conductores de coches conectados por ordenadores ha llevado al organismo regulador de la seguridad vial en EEUU a desarrollar un protocolo de protección frente a potenciales 'hackers' que puedan usar la tecnología integrada en los automóviles con fines maliciosos.
La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico (NHTSA, por sus siglas en inglés) ha creado una nueva sección dentro de la agencia velará por la seguridad de la electrónica de los sistemas presentes en los vehículos de nuevas generaciones, que se comunican a través de ordenadores con Internet y redes inalámbricas.
No es el único en curso, pero el mismo organismo se encuentra inmerso en el desarrollo de un proyecto piloto de la tecnología de 'coches parlantes', que se comunican entre sí con la intención de prevenir accidentes, similar al que ya ha desarrollado, por ejemplo, el CSIC en España.
Alerta del peligro que supone la tecnología
Las preocupaciones a raíz de las últimas informaciones sobre este tipo de vehículos han comenzado a alertar a la sociedad estadounidense del peligro que éstos suponen. "Estos sistemas electrónicos interconectados crean oportunidades para mejorar la seguridad y fiabilidad del vehículo, pero también están suscitan nuevos y diferentes riesgos de seguridad vial y cibernética", explica David Strickland, director de la NHTSA. "A medida que nuestros coches empiezan a estar mejor conectados, tienen más riesgo de catastróficos ataques cibernéticos", avisa Jay Rockefeller, demócrata que preside de la Comisión de Comercio del Senado.
Aunque de momento para acceder a los sistemas de a bordo de los coches es necesario tener un acceso físico, los reguladores comienzan ya a anticiparse a la posibilidad de que en un futuro a corto plazo aquéllos puedan usarse remotamente. "Si existe la posibilidad de que esto ocurra, tenemos que afrontarla", ha tratado de tranquilizar Strickland.
En la actualidad, un coche de alta gama contiene más de 100 millones de líneas de código de programación, mientras que los softwares y demás sistemas electrónicos constituyen ya en torno al 40% del coste total del coche y la mitad de las reclamaciones con garantía, según afirma John D. Lee, profesor de ingeniería industrial de la Universidad de Wisconsin.